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Julián Marías (1914-2005)

  • Foto del escritor: José Corral
    José Corral
  • 14 ene 2019
  • 5 Min. de lectura


A los 27 años publicó su “Historia de la filosofía” que se sigue reeditando (va por la 32 creo). Dedicó toda su larga vida a pensar y escribir. Su “Tratado de lo mejor. La moral y las formas de la vida” está fechado en abril de 1995. Ya sabía mucho cuando a sus 80 años, en noviembre de 1994, escribe en las primeras líneas del prólogo;

“ Se trata de plantear los problemas de la moral. Esto se ha hecho desde hace milenios y de innumerables formas. El punto de partida ha sido de gran diversidad: religioso, filosófico, sociológico, biológico. Se ha intentado también eliminar la cuestión…”

Y dice luego: “Este libro nace del descontento ante los planteamientos que la filosofía ha hecho de las cuestiones morales”. Y luego:

“La milenaria tradición de la ética ha insistido con casi total unanimidad en la idea del bien, en la condición de lo bueno… Pero acaso se encuentre que el ámbito de la moralidad de la vida humana- de eso se trata y no de otra cosa- es precisamente lo mejor, decisivo en la ordenación de la conducta y, todavía más, en la realización de esa operación que es vivir”.

Tengo anotado que compré este librito en noviembre del 95 y que lo leí y subraye algo sin más consecuencias. Pero lo volví a leer y subrayar en noviembre del 2013 ya en mi tarea de buscar antecedentes de la idea básica. Y lo he releído ahora. Recuerdo que lo empecé con mucha ilusión porque, además de lo anterior, en el capítulo primero habla de los fines y dice:

“ La espontaneidad de la vida humana es un rasgo esencial de ella, pero pronto se advierte que está limitada por la necesidad de su ordenación o regulación. Los fines que se propone, y que en cierto modo la constituyen, le dan su realidad concreta y su contenido, requieren algunas normas”.

En su búsqueda de los fines de la vida humana, cita el bien que Aristóteles define como “aquello a que todas las cosas tienden”. Pero el problema es saber cuál sea el bien al que todas las cosas tienden. Dice a continuación:

“ Cuando el bien que justifica la moralidad es el Bien supremo, con un carácter divino, se da una fundamentación religiosa a la moral. Cuando esto falta o entra en crisis, hay que hacer un esfuerzo por buscar otras justificaciones, que sean conciliables con la universalidad y la aseguren”. Y sigue: Esto tropieza con una grave dificultad, acaso insuperable. La vida es varia, con multitud de formas. Los diversos pueblos muestran grandes diferencias de costumbres, leyes, dioses.

En todo lo anterior, D. Julián resalta dos facetas que se daban, y se siguen dando, en el modo” filosófico” de plantear los problemas de la moral:

a). Que a pesar del tiempo y el talento empleados, y de la diversidad de enfoques, no se ha llegado a encontrar un bien, objetivo, o principio ético, universales.

b). Que la dificultad consiste en que la vida es muy variada en el espacio y el tiempo.

Y un poco más adelante añade una “cuestión primaria”: “El sujeto de la moral es el hombre”. Y dice que esto añade la dificultad de saber qué sea el hombre. Pero también dice que:

Una cosa es clara: a lo que se refiere la moralidad es a la vida humana y a su condición personal. La moral no tiene que ver con las cosas, ni tampoco se refiere a toda forma de vida- ni a la animal , en un extremo, ni a la divina en el otro. Sino concretamente a la humana”.

En mi lectura del 2013 me quedé aquí. Entendiendo que tampoco D. Julián había visto la idea básica. Y así lo comenté en Supervivir. Ideas para una ética universal. Pero para escribir ahora este cuarto libro, he avanzado un capítulo más. Y lo he hecho sabiendo más que en diciembre de 2013. Y creo que ahora he “visto” su idea de “lo mejor”.

En este capítulo II sobre “La moralidad intrínseca de la vida humana” expone su idea de diferenciar lo bueno de lo mejor. Y si lo entiendo bien, la diferencia es que el hombre, aunque no sepa exactamente qué es lo bueno o bien máximo, puede elegir “lo mejor posible” de entre la pluralidad de posibilidades que se le presentan, sean estas muchas o pocas. Para el hombre, vivir es preferir. Y dice: “así surge la noción de lo mejor que me parece decisiva y a la cual no se ha atendido lo suficiente”. Dice luego:

“La idea del “bien”, incluso la del “bien supremo” ha oscurecido la forma real de presencia comparativa de lo mejor. A ello ha contribuido la idea griega del bien o agathón, en que culmina la ontología platónica, y por otra parte la teología, cuya consideración de Dios ha llevado a la del Bien absoluto, infinito y sin restricción.”

Y más adelante dice: “La moralidad aparece ante todo como una justificación de los actos. Y luego: Sobre cada acto y sobre la vida que cada cual hace recae un juicio: está bien o está mal, se ha hecho lo mejor- se entiende, posible- o no.”

A partir de esta página 25, D. Julián repasa las teorías más significativas en la historia de la búsqueda del fundamento de la moralidad. Creo que no hace falta decir nada de ello. Esa historia es conocida. Me parece más interesante resaltar tres aspectos de las ideas expuestas:

1.- Marías piensa que ni él, ni nadie antes, ha sido capaz de descubrir “el bien” humano, el fin o objetivo máximo del hombre. Y que ni siquiera está claro qué sea el hombre. Y que el Bien supremo divino es inalcanzable en esta vida. En la vida que es el quehacer orteguiano. Y por ello Marías renuncia a considerar la idea del bien, humano o divino, como el fundamento de la moralidad humana.

2.- Y se da cuenta de que tampoco le hace falta saber rigurosamente lo que es el Bien para que los hombres, cada hombre, decida, moralmente lo que tiene que hacer. Cada hombre debe y puede ejercer su libertad y decidir, con su razón, lo que crea mejor según las circunstancias de su vida personal.

3.- Aunque no he visto que lo diga expresamente, este deber de vivir eligiendo lo mejor, es el imperativo vital de Ortega. Para los dos, Marías y Ortega, esta elección se hace con la razón vital. Y dicen los dos que la razón es para vivir y no vivir para razonar.

Me he extendido en las ideas de D. Julián, y especialmente en esta última, porque uno de mis objetores me preguntó qué quería decir intentar cuando digo que el imperativo vital del hombre, de todos los hombres, es intentar la supervivencia de la especie. Y le dije que intentar es, según el DRAE: tener ánimo de hacer algo. Aunque no se consiga.

Este intentar es lo bueno moralmente para cada hombre: Hacer lo mejor posible (Marías) para intentar cumplir el imperativo vital orteguiano: salvar a mi circunstancia para salvarme yo. Y con la idea básica nosotros ya sabemos que es el Hombre, la humanidad, la circunstancia a salvar.

Para Ortega su circunstancia era entonces España (ver el Prólogo para alemanes). Ahora sería la Humanidad. Y también dijo que, para el hombre, vivir es convivir. Y convivir es vivir con los otros, alternar, ser altruista. Estaba enunciando el contenido del imperativo vital y el modo de intentarlo: las ideas básicas en su idioma.

Madrid, 7.9.18. Revisado el 5.10.2018

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