Theodosius Dobzhansky (1900-1975)
- José Corral
- 9 ene 2019
- 10 Min. de lectura

He dicho muchas veces que el sujeto de mi idea básica es la especie Homo sapiens. Esa fue mi primera intuición al considerar que es el Hombre, con mayúscula, quien tiene la obligación de intentar su propia supervivencia. El Hombre compuesto por los hombres vivos en cada momento. Los hombres que componen el género humano ahora mismo, cuando estoy escribiendo y cuando me estás leyendo. Tú, querido lector o lectora, eres uno de esos seres vivos obligados. Obligación que, normalmente, estás cumpliendo aunque no te hayas dado cuenta. Y por ello eres feliz.
Esta idea es la que más “choca” a filósofos, teólogos y biólogos “organismicistas”, que son los habituales. Por eso me alegró muchísimo descubrir a tres grandes biólogos evolucionistas. En Supervivir. Ideas para una ética universal ( Corral, 2015) están las notas originales que escribí sobre los dos primeros. En el Blog de la página Web está la de Ernst Mayr. Una pena que los tres hayan muerto, aunque no hace mucho. Resumo y comento algunas de sus ideas.
A Dobzhansky, ucranio y cristiano ortodoxo, lo descubrí en junio del 2014 y fue una de mis mayores alegrías. Es uno de los más ilustres fundadores de la teoría sintética de la evolución con Stebbins y Mayr. Y disfruté de sus ideas en el libro nuevo más caro que he comprado: Evolución (Dobzhansky, Ayala, Stebbins y Valentine, 2009). Trata de las especies como sistemas evolutivos. Y entre sus muchas consideraciones técnicas de genetista dice, al pasar, nuestras dos ideas básicas. Pero sin darse cuenta cabal de la importancia de lo que dice. Era pronto y estaba diciendo otras cosas muy importantes. Estaba poniendo un peldaño más en la escala del conocimiento de nuestra evolución como seres vivos. Peldaño que ahora nos sirve para contrastar y ver mejor nuestras hipótesis.
Cito ampliamente, de Evolución, lo más significativo para ellas:
En cuanto al mandato o imperativo vital. Dice en la página 97:
“La estructura, función y comportamiento de cada especie se hallan adaptados a su forma particular de vida”.
“Los seres vivos parecen invenciones diseñadas con el objetivo de su supervivencia y reproducción”.
“Los seres vivos tienen una teleología interna o natural”.
“El origen de la adaptación orgánica o teleología interna es un problema fundamental, quizás el más fundamental de la biología.
Sus ideas son de genetista y referidas a los organismos individuales, pero está claro que está diciendo que los seres vivos tienen algo dentro de sí que les impulsa a supervivir y reproducirse, como sea y prioritariamente. Y que el objeto, origen, o causa biológica de este impulso, sigue siendo un problema fundamental. Pero la teleología interna, el mandato o causa básicos vitales, existen. Parece que deben existir dado que sus efectos existen y están claros.
Sobre la especie dice, entre otras muchas cosas:
Página 126: “…cabe preguntarse si además de la selección natural a nivel individual puede existir una selección de grupo, es decir selección de grupos de individuos como los de una población mendeliana”
Págs.132-13: “Una especie con reproducción sexual constituye una comunidad reproductora cuyos miembros se hallan todos conectados por lazos de parejas, parentesco o bien por ser descendientes de antepasados comunes. La comunidad reproductora tiene un conjunto común de genes”.
“ La posesión de un conjunto común de genes hace que una especie con reproducción sexual y fecundación cruzada constituya una población mendeliana. Con mayor exactitud es un conjunto de poblaciones mendelianas subordinadas interconectadas entre si mediante un flujo génico regular o bien ocasional”.
“ La población mendeliana constituye una forma de integración supraindividual y… por otra parte una población mendeliana constituye un sistema evolutivo supraindividual”
“ En el género humano, o bien en otras especies con reproducción sexual y fecundación cruzada no existen razas puras ni nunca han existido”.
En este capítulo está tratando de demostrar que las razas humanas no son especies. Y a ello dedica sus esfuerzos. Pero, a nuestros efectos, en este último párrafo confirma, al pasar, algo para él obvio: que el género humano es una especie con reproducción sexual. A la que por tanto es aplicable lo que ha dicho anteriormente. Es decir que la especie Homo sapiens es un sistema evolutivo supraindividual cuyos miembros se hallan todos conectados. Es decir que nuestra especie es “una gran familia”, con unas normas genéticas comunes que originan comportamientos comunes. Normas que tienen un origen común aunque no sepamos cual es. Y que a nosotros no nos importa no saberlo ya que nuestra idea no está basada en el origen sino en el comportamiento común de todas las especies con reproducción sexual.
Aunque tal vez lo repita más adelante, no me resisto a citar ahora tres objeciones a nuestras hipótesis::
La primera se refiere a que nuestra especie no es un sistema ni sujeto operativo porque aún no existe un Gobierno mundial o alguien que le marque el objetivo de supervivir y le dicte las normas para ello. Creo que queda claro que las especies son sistemas, desde su origen, sea este el que sea. Sistemas evolutivos y operativos que, a través de sus organismos individuales y viceversa, tienen el objetivo vital de supervivir y el imperativo de intentarlo. Con las normas internas de comportamiento inscritas en cada uno de sus miembros en el idioma propio de cada especie.
La segunda es de alguien, creyente, que opina que no somos una especie sino que, en todo caso, somos una familia. A esta persona objetora supongo que le molesta, como a muchos, que tengamos cosas en común con otras especies animales. Y que, además, ese posible origen común, parece dificultar entender que Dios nos haya creado a su imagen y semejanza y nos haya provisto, uno a uno, de un alma inmortal individual. Creo con Dobzhasky, cristiano ortodoxo, que una cosa no impide la otra y que si Dios existe pudo crear y mantener al Hombre, y a cada hombre, como haya querido: de una vez o a plazos. Y en grupo o uno a uno. Creo que nuestra tesis vale para teístas, deístas, agnósticos, ateos neutrales y ateos beligerantes.
Un tercer objetor dice que las especies son “un constructo”. Algo que hemos inventado los hombres. Lo dice, supongo, usando el término especie en su acepción de clase y de término taxonómico. Las especies son más que su nombre. Somos un constructo pero no fueron construidas por los hombres. Al menos hasta hace poco. Existían antes que los hombres existieran para nombrarlas. Y antes de que los propios hombres supieran qué eran las especies y que esos constructos trataban prioritariamente de supervivir. De hecho, los hombres aún no lo saben, a pesar de autollamarse Sapiens. Si lo supieran no tendría yo que escribir este libro.
Ante las ideas de algunos de crear subespecies basadas en las razas u otros caracteres diferenciales, dice luego algunas frases que creo interesantes para entender la unidad de nuestra especie y su comportamiento:
Página 139: “Homo sapiens es una especie politípica” (diferenciada geográficamente). “… En la especie considerada como un todo, la diversidad genética se ha convertido en convergencia”. Pág. 147:”… Las diferencias raciales son, por tanto, adaptaciones a distintos ambientes en distintos puntos del área de distribución de la especie”.
En la página 168 se pregunta en mayúscula y negrita ¿PORQUÉ HAN DE EXISTIR ESPECIES?. Y dice luego:
“ Si la vida sólo ha surgido una vez, todos los organismos vivos son productos de una evolución divergente”… “La vida no sólo se nos presenta en forma de quanta discontinuos llamados individuos, sino que generalmente los individuos se presentan en conjuntos discontinuos”. Antes ya hemos mencionado algunos ejemplos de dichos conjuntos: el hombre, el chimpancé, el gorila y el orangután. ¿Cuál es el significado, la función biológica de estos conjuntos discontinuos que llamamos especies?
Y después de exponer el mapa génico de “picos” y “valles” adaptativos de Wright responde en la página 170: “… Una especie consiste en un conjunto de combinaciones génicas relacionadas” … Aquellos genotipos que están mejor adaptados a los que vive la especie constituyen la élite y viven en “el pico” del mapa y sobreviven. Los menos aptos que viven en los valles adaptativos perecen. “A la pregunta de porque han de existir especies puede responderse porque existen muchos picos adaptativos”.
Es decir, las especies existen porque son un medio, un sistema, un algo, para sobrevivir. Dicho de otra manera el fin u objeto de las especies es su propia supervivencia. Intentar que los más posibles de sus organismos sobrevivan. Y para ello tienen que intentar estar siempre en el pico del mapa de su entorno que en nuestro caso es toda la Tierra o todo el universo. El objetivo de todas las especies es que todos o muchos de sus organismos sean élites en su entorno cambiante y en todo tiempo y circunstancia. Es decir tienen que intentar que su especie, su comunidad reproductora, sobreviva. Y ese es el mandato que todas y todos tienen/tenemos implícito aunque no lo sepan/sepamos.
En cuanto al altruismo, lo trata de pasada al hablar de la selección de grupo y luego más ampliamente en el capítulo dedicado a la evolución del género humano. Dice primero en la página 127:
“ podría parecer que la selección natural actúa en contra del altruismo y favorece la autoconservación y el egotismo. No obstante, una población, colonia o tribu con muchos altruistas puede prosperar más que una población cargada de egotistas”.
Y cita luego a Wilson y a sus trabajos sobre el altruismo de los insectos sociales. Y a Hamilton y Trivers por la teoría de la selección por parentesco y el altruismo recíproco. Y a Wynn-Edwards que considera como el resultado de la selección de grupo la disminución de las tasas reproductoras en algunas especies cuando sobrepasan un tamaño óptimo.
En el capítulo dedicado a la evolución del género humano (págs. 436-461), tercia en la discusión de si la ética es biológica o cultural y dice:
“Hay dos fuentes importantes de ética y de valores: la cultural y la biológica”. .. “ La ética se adquiere, no se hereda biológicamente”… “ Lo que se hereda es un potencial una capacidad para moralizar. Esa capacidad se expresa de acuerdo con la civilización en la que nazca el individuo”.
Y se pregunta: “…como nuestros antepasados eran animales no humanos, ¿hemos heredado de ellos algunos instintos o tendencias condicionados genéticamente que puedan concordar o por el contrario contrastar con la ética que se ha implantado culturalmente? Y en segundo lugar, ¿poseen las demás especies animales cierta capacidad rudimentaria para la ética?
Dice luego: ” … Sin intentar resolver el problema, puede decirse sin contradicciones que ciertos tipos de comportamiento que se encuentran en los animales podrían considerarse como éticos o altruistas y otros como no éticos y egotistas, <si dichos comportamientos los presentase el hombre>”. Esta última frase entrecomillada la pone en cursivas porque dice que hay que estar de acuerdo con Simpson en que : “no tiene sentido hablar de ética en conexión con animales que no pertenezcan a la especie humana”.
Dice luego: A riesgo de efectuar una supersimplificación podemos distinguir dos tipos de ética: la ética de familia y la de grupo (o especie). La ética de familia la comparte el hombre con la “casi ética” de al menos algunos animales; en los animales, al igual que en el hombre, muchos aspectos de la ética de familia son disposiciones condicionadas genéticamente (aunque en el caso del hombre puedan ser superadas por un acto de voluntad). La ética de familia puede considerarse como un producto de la selección natural, que establece las bases genéticas de la misma lo mismo en nuestros antepasados que en otras especies animales. La ética de grupo constituye un producto no de la evolución biológica sino de la cultural. No confiere ninguna ventaja y puede resultar desventajosa para los individuos que la practican, aunque resulte indispensable para mantener las sociedades humanas. La selección natural no ha hecho al hombre malo…Cualquiera que sea la propensión del hombre hacia el egoísmo y hedonismo, también presenta una educabilidad determinada genéticamente que le permite contrarrestar esa propensión mediante la ética de grupo adquirida culturalmente. La selección natural a favor de la educabilidad y plasticidad del comportamiento, y no a favor de un egoísmo o altruismo genético fijado, ha sido el principal factor directivo de la evolución humana”.
Me he permitido estas largas citas porque reflejan algunos de las causas del no ver las ideas básicas. Entre ellas:
El distinto uso de la palabra ética. Los biólogos no se atreven, con razón, a usarla para el comportamiento animal. Y los filósofos y teólogos solamente la utilizan para el comportamiento moral. Para juzgar y calificar las conductas y los actos morales de los hombres. Que, para ser calificados moralmente necesitan distintos requerimientos espirituales, teleológicos y deontológicos según las normas de cada grupo o colectivo: los actos morales deben ser libres, intencionados, prever los resultados, que sean virtuosos o no, que sean o no acordes con las normas y preceptos del grupo… Esto hace enormemente difícil, no ya que se pongan de acuerdo, sino que hablen de lo mismo los biólogos y los filósofos o teólogos. Y así estamos.
El otro grave problema es saber qué actos son morales y cuales no ya que no se sabe cual es el objetivo a alcanzar: abrigarse, comer, procrear, cuidar a los hijos… pueden ser morales o “naturales” como los de los animales. Por otra parte matar, robar, mentir, suicidarse parece ser malo si es para uno mismo pero no es malo si se mata para proteger o alcanzar otro bien “superior”: el Honor, la Patria, el Paraíso… Y para uno mismo también se puede robar, matar y mentir, en caso de extrema necesidad y según las circunstancias, culturas y momentos de la historia de cada grupo.
También dice Dobzhansky al respecto en la página 454:
Puede suponerse razonablemente que algunas pautas de comportamiento humano cargadas de valoraciones éticas han sido modeladas durante la evolución bajo el control de la selección natural. No resulta sorprendente que estas pautas de comportamiento sean exactamente las que más se asemejan al comportamiento de los animales que no pertenecen a la especie humana”.
Creo que las dudas y discusiones se resuelven si se “ve” que todos los animales y hombres sociales tienen el mismo imperativo vital: como seres vivos intentar que su especie superviva. Y que, como miembros de especies que necesitan convivir grupalmente para supervivir, tienen la predisposición y el mandato cultural de ejercer el altruismo que cada especie y grupo ha incorporado e incorpora a las normas de comportamiento de cada individuo desde antes de su nacimiento y después. Los mecanismos son distintos para cada especie y circunstancia. Pero el fundamento de las normas de comportamiento - ético, cuasi ético, instintivo u operativo- es el mismo: es bueno/mejor lo que sea bueno/mejor para la supervivencia de la especie.
Creo que Dobzhasky intenta decir lo mismo aunque sin verlo del todo. Posiblemente por estar influido por el entorno y por las ideas en vigor de filósofos, sociólogos, teólogos…Y y tal vez por no disputar con los autollamados sociobiólogos, y otros, que en ese momento tenían mucho predicamento. Me hubiera encantado que conociera mis hipótesis y opinara sobre ellas. Creo que fue un gran sabio y un hombre excelente. El doctor Francisco J. Ayala sabe.
Madrid, 19.10.2018 a las 20,20
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