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Utilitaristas y Hume.

  • Foto del escritor: José Corral
    José Corral
  • 20 ene 2019
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 31 ene 2019



Jeremy Bentham

Con mi poco saber, creo que a partir de la ilustración los filósofos tienden a ser “humanistas”. Humanistas en el sentido kantiano de pensar que no necesitan agentes causales, externos al Hombre, que le digan cual es su objetivo ni lo que debe hacer.

Al no creer en “Atractores” externos se quedan sin el Bien Supremo Trascendente como objetivo . Pero tampoco tienen ni encuentran un objetivo humano universal. Y a falta de él, tienden a utilizar como objetivo primario la felicidad en sus diversas versiones materiales y espirituales. Y consideran fines el ejercer y cultivar las cualidades y virtudes más convenientes y útiles para alcanzar los objetivos primarios.

Con todo, hay un avance muy importante: al objetivo individualista de Aristóteles y de las religiones, se añade el bienestar y la felicidad de los otros. Del colectivo al que cada uno pertenece. Y de la Humanidad como conjunto universorun, compuesto por todos los hombres. Es un progreso ético enorme. Pero siguen sin saber cual es el objetivo de la humanidad como singulorum (la especie Hombre) porque ni siquiera se plantean su existencia como sujeto.

En general, las virtudes y cualidades sociales de creyentes y no creyentes son las mismas. Pero la exigencia de los no creyentes de la autonomía moral y algunas virtudes diferenciales de las religiones: mortificación, ascetismo, la negación de sí mismo, ... hicieron difícil, hasta hoy, tener unas normas morales comunes.

Intento a continuación resumir algunas de las ideas que me parecen más significativas para nuestras cuestiones, desde la Ilustración hasta ahora. Incluyo luego a Michael Ruse (1940 ..) como filósofo meta-ético actual más representativo: “sociobiólogo”, evolucionista, materialista, humanista y ateo no beligerante.

Utilitaristas

Se considera a Jeremy Bentham( 1748-1832) el fundador de esta escuela, aunque utilitaristas han sido y son todos los filósofos que han intentado fundamentar la ética. Todos buscaban una utilidad para sus objetivos, para sus virtudes. Para los creyentes, el Bien Supremo es también un fin utilísimo para quien lo consigue.

En cualquier caso, entendemos mejor el principio ético de los utilitaristas cuando nos dicen que el objetivo que se trata de conseguir es “ la mayor felicidad para el mayor número”. Se entiende que en la vida terrenal. O el menos discutible y algo más concreto: “el máximo bienestar para el máximo número”.

Como nos ocurre con el resto de los filósofos buenos, este objetivo coincide con el nuestro ya que es un medio para intentar conseguir la supervivencia. Hemos dicho repetidamente que el más importante objetivo parcial para la supervivencia es la adaptabilidad. Y la mayor adaptabilidad se consigue con el mayor bienestar del mayor número de individuos posible en cada momento y circunstancia. Pero sin llegar a máximos, y pensando en una situación “normal”, ya decía Darwin que las tribus felices superviven mejor.

El utilitarismo ha sido muy criticado. Especialmente en sus posibles aplicaciones más atípicas y extremas. Pero teóricamente es un excelente principio ético. Y no es preciso, como critican sus detractores, conocer la integral de las felicidades o bienestares individuales de todos los sujetos actuales. Ni estimar el valor de las sumas posibles en cada momento de los próximos años o lustros. Para funcionar es suficiente con las normales estimaciones que se consiguen con los sistemas de medida utilizados en los trabajos sociológicos. Y cualquier persona normal sabe si sus actos y omisiones sociales producen o pueden producir felicidad y bienestar, o dolor y mal. Y no es difícil valorar, a efectos operativos, tanto el bienestar mundial como el diferencial de los distintos sujetos y colectivos.

Estos problemas son los propios de las aplicaciones concretas de cualquier principio ético. No voy a reseñar a Moore, el de la falacia naturalista, pero quien no la conozca y tenga curiosidad puede intentar leer su Ética, publicado en 1912, nueve años después de sus Principia Éthica, para ver las dificultades de la ética aplicada.

David Hume (1711-1776)

En el plan de este libro no pensaba dedicar un apartado a David Hume (1711-1776). No había leído nada suyo directamente. Lo conocía por otros y lo tenía por historiador y por un filósofo más dentro del empirismo inglés. Y por su famosa diferencia entre el ser y el deber ser que luego Moore convirtió en la falacia naturalista.

Pero acabo de terminar su “Investigación sobre los principios de la moral” (Hume, 2014) y creo que su personalidad, su simpatía (inglesa) y sus buenas ideas merecen algunas líneas propias.

Parece que Hume fue un defensor del utilitarismo, vitalista y pragmático. Un hombre bueno que no se complicó la vida buscando fines últimos y tuvo suficiente con predicar y ejercer la benevolencia; que es una virtud amplia en la que caben, como en el altruismo amplio, las principales virtudes que propician la felicidad y el bienestar de los hombres. Anoto y comento lo que me ha parecido más significativo de mis lecturas:

. El fundamento: Hume reprueba a los filósofos que quieren fundamentar la moral en la Razón “… mediante razonamientos metafísicos y deducciones derivadas de los más abstractos principios del entendimiento” (pág. 39). Y añade que incluso “el sutil Lord Shaftesbury” (a quien cita a menudo en sus obras) no se libra enteramente de ello.

Hume dice que la razón se ocupa de conocer los hechos y de juzgar si son verdaderos o falsos, pero que quien decide si algo es virtuoso o vicioso es el Sentimiento Moral que es algo que está implícito en cada hombre. El fundamento de nuestra moralidad lo tenemos dentro: cada uno el nuestro. Y en su base es común a todos los hombres.

. El método: Desecha el deductivo y dice:“ … trataremos de seguir un método muy simple: analizaremos ese complejo de cualidades mentales que forman lo que en la vida común llamamos Mérito Personal: consideraremos cada atributo del alma que hace que un hombre sea objeto de estima y afecto…” Y para el filósofo, la garantía de acertar es: “… entrar por un momento dentro de sí mismo y ver si a él le gustaría que a él se le adscribiese esta o aquella cualidad “ .

Añade luego: “… solo podemos esperar tener éxito siguiendo el método experimental y deduciendo máximas generales mediante una comparación de casos particulares” Y termina tajante: “… Ya es hora de que intentemos una reforma semejante en todas las disquisiciones acerca de la moral rechazando todo sistema de ética que, por muy sutil e ingenioso que sea, no esté basado en los hechos y en la observación”.

Hume parece reflejar el alegre pragmatismo “cientificista” inglés frente al racionalismo idealista, de filósofo puro, que tanto hará sufrir a Kant (y a sus lectores).

.Las aplicaciones: No voy a escribir más citas porque todo el libro sería citable. Y en todo el libro queda claro que las normas morales de Hume son válidas para todas las principales éticas:

a). Tienen como objetivo la felicidad a través de las virtudes. De las personas, de sus colectivos y de la humanidad.

b). Son normas deontológicas. Una mínima cita de la pág 41: “ … la meta de toda especulación moral es enseñarnos nuestro deber…” Deber para con nosotros, con nuestros prójimos y con la humanidad.

c). Y son normas utilitaristas. Normas teleológicas, del bien y de sus consecuencias. Y justifica todas las virtudes que propone por la utilidad que proporcionan a los demás y a uno mismo.

Además de este amplio contenido conceptual de sus normas morales, creo que el gran avance de Hume, inspirado posiblemente por Shaftesbury y por Hutcheson, es el hacer sujeto beneficiario de ellas a la sociedad en que cada uno vive. Y a toda la Humanidad, como el conjunto de los hombres ya que no ven aún a la especie Hombre como sujeto. Aunque Hume en la página 92, dice de pasada:” Las sociedades generales de los hombres son absolutamente necesarias para la subsistencia de la especie”

No parece estar de acuerdo con “el egoísmo natural” de Hobbes y en que “el hombre sea un lobo para el hombre” ya que, para Hume, la principal virtud innata del hombre es la benevolencia. Aunque con el amor egoísta se hace un pequeño lío por no haber visto la idea básica ni el altruismo amplio.

En resumen: Hume, como muchos filósofos y teólogos, llega a descubrir, con la razón, que el hombre tiene inscritos en su naturaleza los principios morales para distinguir las virtudes de los vicios, los actos buenos de los malos. Para uno mismo y para los demás. Pero renuncia a ir más allá de estos principios generales. En la página 105 hay una larga nota de la que cito varias frases dada su importancia para entender mejor donde encajan nuestras ideas. Dice:

“No es necesario que prosigamos nuestras investigaciones hasta el punto de preguntarnos por qué tenemos un sentido humanitario o de camaradería para con los otros. Es suficiente que lo experimentemos como un principio inherente a la naturaleza humana. Debemos detenernos en algún lugar en nuestro examen de las causas. En toda ciencia hay unos principios generales más allá de los cuales no podemos esperar encontrar otro principio aún más general. Y luego:

…No es probable que estos principios puedan resolverse en principios más simples y universales, por muchos intentos que hayan podido hacerse con tal propósito. Más aunque fuera posible, no es ello algo que pertenezca al presente asunto. Sin riesgo podemos considerar aquí estos principios como originales. ¡Satisfechos nos quedaremos si logramos revelar todas sus consecuencias con suficiente claridad y perspicacia!

Me encantaría que el Bon David (Juan Arnau: 2014, 264) que tanto sufrió por el poco caso que hicieron a sus ideas mientras vivió, pudiera ver lo mucho que han influido después. Y que conociera el principio más simple y universal en que se pueden resolver y fundamentar sus virtuosos y originales principios generales para uso individual.

Para terminar. Cuenta Juan Arnau en la obra y página citadas que Hume se retractó sin esfuerzo, de sus heterodoxas doctrinas materialistas, para que una mujer religiosa le ayudara a salir de la zanja a que había caído en su Edimburgo natal y final.

Madrid, 4.10.2018 . Revisado el 5.10.2018

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