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Los sótanos… de Juan Arana

  • Foto del escritor: José Corral
    José Corral
  • 17 ago 2018
  • 22 Min. de lectura

Actualizado: 31 ene 2019



Son las 8,46 del 12.7.2018. En Marbella. Me he despertado temprano. Sobre las cuatro. Y leyendo desde entonces acabo de terminar Los sótanos del universo del profesor Juan Arana. Tengo anotado que compré el libro en julio del año pasado. Creo recordar que lo hice porque en alguna parte leí que trataba de las causas. Y en mis ya viejas hipótesis las causas juegan un papel fundamental.

También tengo anotado que empecé a leerlo el 15.9.17 por la página 310 que es donde comienza el capítulo 12, cuyo primer apartado trata de la causa final clásica. Leí y subrayé entonces hasta la página 314 y lo dejé por otras prioridades. Hace unas semanas lo empecé desde el principio hasta terminarlo hoy.

El libro aborda cuestiones muy especializadas y muy difíciles para mí. Pero creo que he entendido bastante de su contenido y me ha resultado muy ameno gracias al estilo claro y divertido del profesor Arana. En cualquier caso, mi interés al leerlo no era el aumentar mis conocimientos sobre “la determinación natural y sus mecanismos ocultos”, que es el subtítulo del libro. Mi intención era ver lo que pudiera afectar a mis ideas ya que estas tienen y necesitan un fuerte componente de causalidad. O al menos eso me parece.

Como es mi costumbre he leído con el lápiz en la mano. Y en la lectura, en unas partes somera y en otras más profunda, he subrayado bastante. Y he anotado setenta páginas con frases o párrafos a releer. Voy a hacerlo ahora y trataré de escribir las ideas que en su momento me hicieron anotar estas páginas.

Para centrar lo que buscaba y busco – centrar para mí y para los posibles lectores de esta nota - voy a escribir mi idea y su posible “necesidad” de una o dos causas. O de una ley. O de ambas u otras cosas.

Mi idea básica es que el Hombre tiene como objetivo vital prioritario su propia supervivencia. Y el deber imperativo de intentarlo. Con independencia de que lo consiga y de que pueda tener otros objetivos naturales o trascendentes.

Esta idea, que me surgió por intuición, la he justificado luego de varias formas. Pero la que me parece más clara es por observación del comportamiento de las especies que conocemos. De todas las existentes conocidas, aunque creo que son suficientes las especies sexuadas. O incluso, dentro de ellas, los mamíferos actuales: unas 6.000 especies que son las más parecidas al Hombre y suponen un universo bien conocido y fácilmente observable.

Tanto los filósofos como los biólogos han buscado desde hace siglos los objetivos o fines del Hombre y del porqué y para qué de la evolución de los seres vivos. Y han dado muchas y diferentes respuestas (materialistas, espiritualistas, trascendentes), más o menos sesgadas según fueran sus creencias. Pero no han dado una respuesta común y universalmente aceptada. Creo que por querer obtenerla a partir de qué sean los hombres y de dónde vienen y adónde van. Pero estas son cuestiones que no se saben. O que producen respuestas diferentes según sean las creencias que cada uno tiene sobre la naturaleza, origen y destino del Hombre, de los hombres. Y además se suele ver al Hombre como universorum (Kant dixit) de todos los hombres, no como ente o conjunto, singulorum, de la especie.

Para mi idea he partido del comportamiento de los seres vivos como tales. Como he dicho podemos, por facilidad, tomar como universo a los mamíferos. Y creo que se puede afirmar: todas las especies de mamíferos existentes, incluido el hombre, viven y se reproducen de forma que sus descendientes hagan lo mismo: vivir y reproducirse sucesiva e iterativamente. Esos son los hechos: fehacientes, comprobables y falsables.

Y aquí entra la causalidad: el porqué y el para qué de ese comportamiento común, perenne y prioritario de todas las especies de mamíferos. Y del Homo sapiens como especie de seres vivos. Que si hiciera falta se puede extrapolar a todos los seres vivos.

Mi idea previa es que pudo existir una causa eficiente, interna o externa, que a los primeros seres vivos les causó, u ordenó, no solamente vivir, sino reproducirse. Y reproducirse transmitiendo esta orden con las instrucciones para que también sus sucesores intentaran vivir y reproducirse iterativamente.

No sabemos quién era el agente ni en principio nos importa, ya que partimos del comportamiento de los pacientes: los seres vivos que se reprodujeron. Parece que el agente sería el mismo que originó la vida: el Azar, la Naturaleza, un Agente externo, … No afecta a nuestra idea. (Pero ha sido y es un problema permanente para no verla).

Y aunque los seres vivos no lo supieran, ni lo sepan explícitamente, parece que existe una causa final, “natural”, que es la conservación de la vida. Vida que es lo que los seres vivos tienen y que intentan conservar y transmitir. En el caso de los sexuados mediante la especiación biológica como estrategia básica. Y en muchos vertebrados, y especialmente en los mamíferos, con la socialización como método principal para intentar supervivir: individualmente y como grupos y especie.

Después de estos prolegómenos, voy a releer las páginas de Los sótanos… que tengo anotadas para ver y comentar lo que pueda afectar a mi idea básica:

1.- En la Introducción, págs. 17 y 18 cita a Kant y la referencia de éste a Hume sobre la legitimación de la causalidad y dice: “Una cosa es la necesidad de la relación entre agente y paciente significada por la noción de causa. Otra muy distinta, que tengamos que conocerla con necesidad” (las cursivas del profesor Arana).

En nuestro caso no conocemos al agente ni su relación con los pacientes. Pero parece que estos conocimientos no son necesarios para que la causa exista y opere.

2.- En la página 20 dice que Hume:ha erosionado las bases de la confianza en la relación causal” al sustituirla por la Costumbre o el Hábito en los actos repetitivos.

Es una observación muy importante. Posiblemente una de las razones para no ver la idea básica ha sido considerar el vivir y reproducirse como algo obvio, como un uso Costumbre y Hábito propios de los seres vivos. Agravada porque se pensaba, y aún se piensa, que el reproducirse es algo que “trae causa” (eficiente y final) en los mismos individuos agentes y pacientes. Y no se ve que la reproducción lleva consigo el mandato de que el reproducido haga lo mismo, con lo cual la causa final no es la reproducción del propio individuo sino de la especie.

Por no ver estos diferentes fines Michel Ruse, filósofo de guardia del “sociobiólogo” E.G. Wilson, admite que son culpables de la falacia naturalista de Moore. (Supervivir pág. 204).

También se confunde David P. Barash, uno de los sabios americanos a quienes envié Survival and Altruism, cuando en un correo reciente me dice que el objetivo no es supervivir sino reproducirse. Sigue pensando en individuos “reducidos” a seres aislados, quitándoles, o no considerando, lo que tienen de componentes de una especie. Cosa que, a estos efectos, han hecho y hacen muchos filósofos. ¿todos?

3.- En la página 56, dice: Los seres inmersos en el tiempo tienen una historia que proporciona el marco idóneo para preguntarse por qué han llegado a ser de un cierto modo y no de otro. Para preguntarse y para responderse si se ve la respuesta.

Es el caso de los seres vivos y su comportamiento, común y perenne, intentando transmitir la vida a lo largo de toda su historia conocida y su prehistoria intuida. Es la causación histórica, que según Ernst Mayr es el método habitual para justificar las hipótesis biológicas. (ver en el Blog de superviviramando.org el artículo sobre Así es la Biología de Mayr)

4.- Y en la página 58 añade: Newton no duda en formular proposiciones universales basadas en inducciones empíricas.

No cita el profesor Arana a qué proposiciones se refiere pero es claro que es suficiente con soltar algunas piedras de la mano para, a la vista de su comportamiento uniforme, deducir que todas las piedras caerán al suelo si las sueltas desde la mano alzada.

En el caso de las especies parece suficiente con ver el comportamiento de un grupo de pingüinos, o de varias manadas de lobos, o de cientos de salmones subiendo a desovar por el rio, para deducir que esos comportamientos (reproducirse para que su progenie viva y se reproduzca a su vez) son comunes y propios de toda la especie. Y de todas las especies que sabemos, empírica e inductivamente, que hacen lo mismo.

5.- En la página 73 dice que la teoría aristotélica admite tanto una causalidad intrínseca (material, formal) como otra extrínseca (eficiente, final). Creo que todo el capítulo 3 lo dedica a tratar de los distintos tipos de causas y a su “auge y declive” a lo largo de la historia del pensamiento.

En mi lenguaje natural, y según mis cortas entendederas, me he servido de las causas aristotélicas. Y creo que en mis ideas encajan las cuatro, si bien me parece claro que los seres vivos tienen, en su esencia íntima, es decir de forma intrínseca, el mandato o causa de su comportamiento vital. Mandato que contiene el imperativo de intentar la transmisión y supervivencia de su programa genético, es decir de su información vital, ya que la materia y la energía individual se extinguen con ellos. Aunque no sepamos de forma “científica” quién o qué fue la causa eficiente que introdujo el imperativo vital, como causa intrínseca, en la programación del primer ser vivo para que este lo transmitiera a su vez a sus descendientes.

En cuanto a la causa final, parece claro que el comportamiento común de todos los seres vivos de intentar reproducirse iterativamente supone la existencia de una causa final, inmediata, que es la supervivencia de la información vital actualizada de la especie. Es decir que la causa final inmediata es la supervivencia de la especie mediante la supervivencia de algunos de sus individuos. Sin perjuicio de que este objetivo sea un fin parcial causado, o atraído, por otra causa final de un siguiente nivel que sea la conservación de la vida. Y sin perjuicio de que pueda haber, además, otros niveles de fines “superiores”, naturales o trascendentes. DRAE: Natural: Conforme a la cualidad o propiedad de las cosas. Trascendente: Que está más allá de los límites de cualquier conocimiento posible.

6.- En la página 91 dice: Debemos procurar siempre ser claros, pero no es bueno pretender mayor precisión de la que nos podemos permitir. Muy de agradecer esta observación.

El afán de rigor desmedido en algunos de mis objetantes creo que les dificulta “ver” y entender mis elementales ideas. Y se dedican a sacar punta a palabras cuyo uso y significado están definidos por la RAE y son claros dentro del contexto en que se utilizan. Me han preguntado algunos “expertos”: ¿qué quiere decir intentar? ¿qué significa supervivir? ¿qué es una especie? Por eso también agradezco la cita de Popper en la página 92 donde dice: En la ciencia debemos procurar que las afirmaciones que formulamos nunca dependan del significado de nuestros términos.

Breve glosario: DRAE. Especie: Conjunto de personas o de cosas semejantes entre sí por tener una o varias características comunes. Intentar: Hacer el esfuerzo y los pasos necesarios para realizar algo o lograr cierto objetivo o fin, sin tener la certeza absoluta de conseguirlo. Supervivir: Sobrevivir: Permanecer en el tiempo. Perdurar.

7.- Las páginas 103 y siguientes tratan de la ley natural. Y por lo que he creído entender mi idea básica posiblemente quede mejor como parte de la ley natural: como ley de supervivencia de las especies. Algo así como: Todas las especies de seres vivos tienen el imperativo vital de intentar su supervivencia. Y referida a los individuos: Todos los seres vivos tienen en su programación genética el imperativo de intentar la supervivencia de su especie. Por esta ley, impresa e implícita en todos los hombres, hemos llegado hasta aquí. Aunque no esté explícita. Ver en el Blog de mi página Web los artículos: "Las especies y el hombre” y “Tres dudas” con citas en este sentido de Natalia López- Moratalla y Francisco Rodríguez Valls.

Y no me resisto a recordar aquí los cuatro años de trabajos (2004 a 2008) de la Comisión Teológica Internacional para producir: En busca de una ética universal: un nuevo modo de ver la ley natural. Importante documento que “no tuvo la repercusión esperada”. Parece que lo de la ley natural no le gusta a todo el mundo. Posiblemente porque una ley supone un legislador. Es uno de los sesgos que dificultan el poder hablar y trabajar los unos con los otros. También hay prejuicios, en el otro lado, con el concepto de especie referido al Hombre.

8.- En la página 121 recoge una cita de H. Bondi, quien refiriéndose a Einstein dice: “Estaba convencido de que la belleza era un principio rector en la búsqueda de resultados importantes en la física teórica”.

En mi opinión todo lo que sirva para conservar, transmitir y mejorar la vida es éticamente bueno y por ello es, o nos parece, bello. Los resultados en física teórica si son buenos son bellos. Y su propia búsqueda, como acto altruista, es también bella. No tengo aquí el Tractatus. Pero en uno de sus puntos D. Luis W. dice algo así: “la ética y la estética son la misma cosa”. Doña Amelia Valcárcel ha dedicado su libro Ética contra estética a esta frase. Aunque lo leí a fondo no estoy seguro de que Doña Amelia esté de acuerdo con Wittgenstein. Yo sí.

Y arrimando el ascua a mi sardina, si observamos a los seres vivos y sus variados comportamientos lo bello suele ser lo que es bueno para la supervivencia de sus especies: la cola del pavo real, el amor de la leona a sus cachorros, el duro y triste oficio de filosofar que decía Ortega.... Y por tanto estos seres y sus actos estéticamente bellos son, a la vez, éticamente buenos por cumplir el principio ético universal. Principio deducido de la ley de supervivencia e implícito en el programa genético de todos los seres vivos productores de actos bellos. (Y también productores de algunos actos feos, generalmente poco o nada éticos).

9.- Tengo anotadas las páginas 178 y 187. Tratan de lo simple y lo complejo y son especialmente interesantes. Algunos de mis amigos son entusiastas de la complejidad como dirección ascendente de todo. Otra vez tengo que confesar mi amateurismo pero, desde él, no me acaban de convencer. Tampoco la idea de que toda complejidad sea progreso. Ni está claro tampoco qué sea progresar. Algunas bacterias siguen igual de simples que hace millones de años. No han “progresado” y sin embargo siguen vivas mucho más tiempo que los millones de especies más complejas que se han extinguido.

Dejo estas cuestiones generales. Me he parado aquí para pensar si mi idea básica es algo simple pobre, algo complejo o algo simple rico. O no es nada. Pero partiendo de que es algo, creo que puede ser algo simple y rico. Simple porque su enunciado es obvio y elemental: El hombre tiene como objetivo vital su propio supervivir. Y rico porque supone revisar muchas doctrinas y teorías científicas y filosóficas. Y todas las leyes usos y costumbres de todos los hombres. Para tratar de adaptarlas, en lo conveniente, al principio ético derivado de la idea básica. Tarea para los próximos cien años. Si hay hombres para hacerla.

10.- En la página 205 dentro del epígrafe 99 “Presupuestos ontológicos de la aparición del orden”, dice: A mi juicio falta una clave explicativa para resolver el problema en el marco natural que es donde debiera ser resuelto. Aunque no reniegue de convicciones relativas a lo sobrenatural, estoy con Leibniz cuando decía que Dios nunca hace milagros para satisfacer las necesidades de la naturaleza, sino las de la gracia.

Remarqué este párrafo no porque pueda aportar algo para explicar la aparición del orden, sino por la apelación a que sea el marco natural quien resuelva las necesidades de la naturaleza. En alguna otra parte el profesor Arana recuerda también el segundo mandamiento.

Y he reparado en ello porque mis ideas, si son ciertas, quitan trabajo a Dios. Quitan a Dios, y a sus representantes de todas las religiones en la Tierra, el trabajo de revelar, interpretar y predicar una ética que se puede deducir de la idea básica, que es una idea natural. Idea que es creación de Dios si Dios existe. Pero que, una vez descubierta, no haría falta que Él la revele, ni que sean sus representantes los únicos que la difundan a todos los hombres, creyentes o no.

A partir de la idea básica y de su principio ético universal, natural, todos los hombres, creyentes o no, pueden saber explícitamente lo que es vitalmente bueno. Y pueden y deben ser buenos y amarse unos a otros. Aunque no conozcan, o no amen, a un posible Legislador que haya dicho lo que es bueno y es malo. Cada hombre sabe ya explícitamente lo que ya intuía y normalmente practicaba: que es bueno/ mejor lo que sea bueno para el prójimo, para todos los prójimos y para su descendencia y su entorno. Que es parecido a lo que les dicen a los creyentes sus mandamientos. Y que ahora con la idea básica pueden y deben decir todos: religiosos y ateos. Y lo que dicen es obligatorio para los creyentes y los no creyentes. Porque es un mandato que todos llevamos dentro. Y ahora está explícito. Y ya no son solamente los representantes de un Dios amable o vengativo quienes nos dicen que seamos buenos y amemos a nuestros prójimos y cuidemos de nuestro entorno. Todos, creyentes y no creyentes, debemos y podemos ser buenos y amar al prójimo. Y ser felices con ello. Y supongo que Dios seguirá derramando sus gracias donde quiera. Y seguirá dejando a sus criaturas que nos ocupemos de las cosas de la naturaleza.

Me he traído a Marbella, para repasar, dos libros de Monseñor Ladaria. Y en la página 55 de “El Hombre en la creación” leo: La realidad temporal se rige, según esto por sus propias leyes y dentro del ámbito de estas los hombres se sienten y son realmente agentes de su historia.

Y en la página 78 de la 9ª reimpresión de su “Introducción a la antropología teológica” de 1992, dice: A partir de la experiencia humana se pueden y se deben hacer afirmaciones válidas sobre el hombre, aunque no llegaran hasta la profundidad del designio de Dios. Copié esta cita en la página 238 de Supervivir. Ideas para una ética universal, añadiendo por mi parte: Es claro el “permiso” y la obligación que existe en el hombre para pensar como sujeto de la ley natural conocible. Y la conveniencia de pararse en el lugar adecuado.

He copiado lo anterior porque esta frase de Monseñor Ladaria fue la que me animó a escribir el segundo libro y a seguir con este extraño trabajo de intentar contrastar y difundir mis ideas. Ideas que, en algún momento, me parecieron algo heterodoxas o al menos no oportunas. Entre otras cosas por lo de quitar trabajo directo a Dios y cierto protagonismo a sus representantes. Luego he visto claramente que, con mis ideas, los creyentes y sus pastores tienen ventaja frente a los agnósticos y ateos. Y si son ciertas, cuanto antes las vean, asuman, practiquen y prediquen, mejor. Y si no lo son, me gustaría que alguien - creyente, agnóstico o ateo- me lo diga. Para dejar de trabajar en ello y dejar de incordiar a amigos, conocidos y extraños.

11.- En la página 248 se pregunta por una posible especificidad de los seres vivos. Por si sirve de algo y aplicando el “por sus frutos los conoceréis”, una posible diferencia podría ser la finalidad de su comportamiento y su comportamiento mismo. Para mí: Son seres vivos los que, comportándose altruistamente, intentan que su información genética sobreviva. El altruismo creo que excluye a los virus y a otros aspirantes.

Lo anterior es una ocurrencia pero creo que no queda mal. A contrastar con autómatas mecánicos, robots, compuestos de silicio, híbridos orgánico-minerales, etc.

12.- En las páginas 250/1 hay una frase que me ha llamado la atención. Dice, y muy bien dicho: La evolución y la vida, en definitiva, no es la maravilla de la programación inteligente, sino el monumento al oportunismo, una gigantesca acumulación de chapuzas para salir del paso.

Creo que tiene razón y que es lo mismo que pasa en la empresa, en la política, en la filosofía... Recuerdo que Pedro Toledo, nuestro Consejero Delegado entonces, decía que: los objetivos a largo se consiguen haciendo cosas a corto. Cosas a corto que, vistas mucho después, parecían mejorables, pero que habían permitido llegar al buen lugar desde donde las estábamos juzgando. Y creo recordar que Ortega decía; ¡A las cosas, a las cosas! Se trata de hacer el quehacer de cada momento. Lo mejor que se sepa y pueda. O también: petit a petit l´oiseau fait son nid.

Me he parado aquí porque cuando hablo de mis ideas y de su posible aplicación, los pocos oyentes que me escuchan dicen: ¡Bueno…! Aunque sean ciertas …hasta que el mundo las conozca, las asuma, las empiecen a poner en marcha y tengan resultados puede llevar decenas de años… Así es. Pero estas ideas, vistas dentro de mil años, si hay entonces alguien para verlas, pueden ser una de las chapuzas (el prof. Arana dixit) que tal vez hayan ayudado a salir del difícil paso que estamos intentando atravesar.

13.- En la página 256 habla del vitalismo y de una posible cuarta interacción, distinta de las hoy admitidas (gravitatoria, nuclear fuerte y electrodébil). Es una cuestión muy interesante y me ha recordado a Kant, quien en un ensayo de 1784 titulado: “Idea de una historia universal en sentido cosmopolita”, busca la intención oculta de la Naturaleza. Referida a las cosas humanas pero aplicable a los demás fenómenos naturales. Y ha dicho antes en su enrevesada prosa: No hay otra salida para el filósofo, ya que no puede suponer la existencia de ningún propósito racional propio en los hombres y en todo su juego, que tratar de descubrir en este curso contradictorio de las cosas humanas alguna intención de la Naturaleza.

Y aun cuando no sea científica, no me resisto a poner aquí una vieja ocurrencia:

Kant habla de intención oculta no de interacción o fuerza. Pero creo que estaba pensando en lo mismo. Su “intención” no es solo un propósito sino un intento, un esfuerzo hacia un fin, una fuerza, una causa. Como Bergson con su elan vital. O el Espíritu vivificador de los creyentes en Él. O el imperativo vital de mi idea básica pero unido al amor como medio. O el “simple” amor de San Agustín. A pensar.

Supongo que el profesor Arana conocía el: “No hay otra salida para el filósofo…” de Kant. Y lo conociese o no, su trabajo tratando de descubrir el curso contradictorio de las cosas humanas, y no humanas, es, como dicen ahora: ¡¡ espectacular!! Gracias por ello. y… Und so weiter. Que continúe así. Y que sea por muchos años. Que falta hace.

14.- No puedo dejar pasar la página 257 porque en ella roza lo que creo ha sido determinante para que los sabios asistentes, en 1972, al simposio de Bellagio, y otros muchos, no viesen mi idea básica. El profesor Arana cita a Dobzhansky quien defendió un reduccionismo “razonable” frente a otro “irrazonable” que trata de reducir la Biología a la Química y que se deba trabajar con la Biología molecular arrinconando a la Biología de organismos. Pero ni se les ocurre pensar, ni hablar, de una Biología de especies. Les estaban atacando desde lo más pequeño.

Dobzhansky murió en 1975 (en los brazos de Ayala según dice su biógrafa). Y en 1977 editaron “Evolución” (un libro póstumo para T.D) junto con Stebbins y Valentine. Tengo la 4ª reimpresión (558 páginas) en español, del 2009, de Ediciones Omega 1993. Es el libro nuevo más caro que he comprado: 87 euros. Dobzhansky escribió los capítulos 4, 5, 6 y 14. Y el precio pagado mereció la pena por estos cuatro capítulos. Los he comentado ampliamente en Supervivir (págs. 157 a 166). También a Ayala (167 a 183) pero no por lo que escribió en Evolución sino por sus otros libros posteriores. (Nota práctica: El texto completo de Supervivir está en Descargas de mi Web).

Volviendo a Dobzhansky, en ese libro póstumo trata de las especies y del hombre y del altruismo. Lo hace muy bien. Pero se queda corto. Creo que es quien más cerca estuvo de la idea básica. Cito sólo unas pocas frases de Evolución, de las muchas que recojo en Supervivir:

-Los seres vivos parecen invenciones diseñadas con el propósito de su supervivencia y reproducción.

-El género humano, como otras especies de reproducción sexual, es una población mendeliana. Y luego: una población mendeliana constituye un sistema evolutivo supraindividual. Y después: la especie hombre es un sistema evolutivo supraindividual.

Y habla al pasar del altruismo y de la ética de la especie. Pero se queda en la muy importante idea de confirmar a la especie como sujeto evolutivo e incluso ético. Y no pasa de ahí. Aunque fue quien más me animó a seguir con mi idea.

Ayala, biólogo de organismos y moralista clásico, no vio a la especie como sujeto. Ni tuvo una postura clara sobre el fundamento de la ética, tanto en sus discusiones “biológicas” con E.O. Wilson como en sus numerosas publicaciones posteriores.

Por lo que he visto luego, el concepto de especie no les gusta ni a filósofos ni a biólogos. Y los etólogos, sociólogos y antropólogos ven a las especies como “sitios” donde los individuos están, no como sujetos. Como mucho trabajan con grupos, colectivos o poblaciones. Sin darse cuenta de que las especies son también grupos, colectivos o poblaciones con leyes, usos y costumbres propias comunes basadas en su morfología y en su información genética común. Creo que son deudores de un cientifismo excesivo que les hace “ver” y “trabajar” solamente con lo que pueden medir y contrastar completo. Y no son capaces, o no se atreven, de ver o inferir hipótesis de un conjunto “inabarcable,” a partir de uno o varios de sus grupos.

Y sin embargo decimos que la policía ha detenido a un asesino cuando la detención la ha hecho una patrulla de dos policías. O que el Madrid ha metido gol cuando lo mete uno de sus jugadores. … Idea ampliada en algunos artículos de mi Blog.

14.- En la página 263 habla del diálogo interdisciplinar. Otro de los graves obstáculos que he encontrado cuando intento explicar mis ideas. Cada uno va a lo suyo y solo ve lo que ya ha visto antes. Y como de eso sabe mucho se para en ello. Y normalmente ve algo que no le gusta en una parte de lo que digo. Y se para allí. Y de ahí no pasa. Y podemos agotar todo el tiempo y el espacio disponible tratando de esa parte que él conoce. Lo demás es silencio, que creo decía Hamlet o alguien de su círculo.

El diálogo interdisciplinar, difícil entre expertos de distintos saberes, es casi imposible en mi caso que no soy experto en ninguno de los saberes a que afectan mis ideas. Por eso aplaudo la frase del profesor Arana, cuando, entre otras muchas acertadas, dice: “Como he defendido en otro lugar (Arana 2004), hay que esforzarse en el frente del desarme lingüístico y aprender a rescatar cualquier tesis respetable que puedan esconder las balbucientes expresiones de los no iniciados”. Gracias. Y al avío.

15.- En la página 267, hablando de determinismo y probabilidad dice, refiriéndose supongo a los científicos, filósofos, …que: “todos buscamos causas, leyes y variables ocultas. No definitivamente ocultas, claro está, sino provisionalmente, esto es, justo hasta el momento en que un espíritu afortunado consigue desvelarlas.”

¿Y si el espíritu afortunado que cree que las ha encontrado y que ha conseguido desvelarlas es alguien que no las ha buscado y que ni siquiera es buscador de oficio?

Supongo que es un caso raro y por tanto no se considera que tal cosa pueda ocurrir. Como si a mí un biólogo molecular me habla del sistema que ha descubierto para estudiar el riesgo de crédito a largo plazo de los países en vías de desarrollo. Que puede ser un buen método, pero de entrada no le haré ningún caso. O si es amigo le escucharé en lo que se parezca a lo que yo ya sé.

La lectura del libro del profesor Arana en este punto me ha bajado la moral. Pero mi ventaja o inconveniente es ser zaragozano viejo y ejerciente. Y no puedo ni quiero renunciar a mi tozudez baturra. Así que seguiré intentando contrastar y difundir mis ideas hasta que el cuerpo aguante. O me convenzan de que no son ciertas.

16.- De las páginas 290 y siguientes, que tratan de las muchas facetas de la causa final, que es mi causa preferida, he subrayado y anotado casi todo. Pero ya llevo escritas 4.842 palabras que ocupan 10 páginas con letra de tamaño 12. Y aún no sé bien para qué escribo esta nota. Pero sea para lo que sea ya va siendo larga. Intentaré resumir.

Empiezo resumiendo a Aristóteles según la cita de la página 291: “Todo lo que existe por naturaleza existe para un fin”. Y dice antes el profesor Arana que esta causa final resulta tan trivial que se sugiere que no es sino un sinónimo de la idea de bien.

En las tres páginas siguientes el profesor Arana desmenuza la causa final y analiza sus elementos. Por mi parte creo que la causa final, o el fin, o el bien vital que buscan los seres vivos, puede ser un caso de finalidad inconsciente y estática y dinámica. Todo a la vez. No tengo la finura necesaria para distinguir. Y posiblemente estemos ante un caso de duplicidad o triplicidad de finalidades. Que no son superfluas o estériles sino que refuerzan la causalidad. A pensar por quien sepa más que yo.

Las páginas siguientes son interesantísimas y tratan, entre otras cosas de teleología y teología. Creo que el profesor Arana es creyente. Y en mi caso, por consejo del papa Benedicto XVI y por mi historia soy católico practicante aunque no tengo la certeza de Dios. Lo digo porque para esto del pensar en las cosas del mundo, y como recuerda en la página 297 el profesor Arana: “no se debe tomar el nombre de Dios en vano”.

Con todo ello creo que se puede y se debe pensar, científica y naturalmente, lo mismo siendo creyente que agnóstico o ateo. Si Dios existe creó lo creado y lo mantendrá como mejor le parezca. Pero nos toca a los hombres hacer de hombres sin recurrir a Él para cubrir nuestras carencias naturales. Los agnósticos y ateos tienen ventaja en este caso porque ya cuentan con ellos solos. En cualquier caso, en este plano natural y sin recurrir a la presencia expresa e inmediata de Dios deberíamos poder entendernos.

En mi caso, tanto la idea básica como el altruismo amplio y el principio ético universal son naturales y neutrales teológicamente. Se deducen del comportamiento natural de los seres vivos. Y la ley de supervivencia es una ley natural que se deduce de este comportamiento natural. Es claro que la existencia de un Agente externo creador y Legislador completaría las hipótesis pero no es necesario un agente tan cercano. Puede existir o no. Pero si existe estará donde esté. Y debemos contar con nuestra parte natural, y con nuestras circunstancias naturales, para ver y gestionar estas posibles verdades naturales.

17.- En la página 309 comienza el capítulo 12 y último que trata de Modernidad y causa final. En esta página hay una nota mía a lápiz que dice: “Empiezo a leer aquí el 15.9.17 a las 12,50”. He visto ahora, por los subrayados, que leí entonces hasta la página 314. Y en la página 310 tengo resaltado lo siguiente:

“Cualquier ente mundano que no sea todo lo que puede llegar a ser alberga en su interior un resorte en permanente tensión hacia las potencialidades que hay en él. Un moderno como Spinoza podrá ver en el esfuerzo por perseverar en la existencia la principal o incluso única articulación dinámica de los seres”.

Creo que la idea de que ser es mejor que no ser ya estaba dicha antes de Spinoza. Al menos yo, que he visto poco, la he visto en Santo Tomás, (Summa q.94.2) y después en Teilhard (Ciencia y Cristo. Pág. 62 Taurus 1968). Y creo recordar que me la apuntó D. Rafael Alvira una de las primeras veces que le hablé de mis ideas.

Pero lo importante ahora es lo que creo dice el profesor Arana ampliando estas ideas. A cuya ascua arrimo, entre paréntesis, mi sardina.

Cualquier ente mundano (los seres vivos incluido el hombre) que no sea todo lo que puede llegar a ser alberga en su interior (en su programa genético o similar) un resorte (el imperativo vital) en permanente tensión hacia las potencialidades que hay en él.

Poniéndolo todo seguido: El Hombre alberga en su interior, en su programación genética o donde sea, un resorte - fuerza o imperativo vital - en permanente tensión …para perseverar en la existencia (como Hombre). Esto es la idea básica.

Creo que el profesor Arana ha llegado a lo anterior con sus muchos saberes. Por mi parte puedo confirmar sus ideas con lo que he visto sobre lo que hacen los entes mundanos que tenemos a nuestro alcance. Posiblemente ese ver fuese más científico si lo hicieran etólogos y otros especialistas. Desde aquí pediría a los especialistas en este mirar y ver que comprueben si la idea básica es cierta. Si no lo saben ya. Y que digan el resultado. Gracias anticipadas. A comentar.

18.- El epílogo está en las páginas 371 a 380. Y por lo que he entendido de él es pura sabiduría concentrada. Solo copio las frases que más me han llamado la atención, vistas con las gafas de mis ideas:

Pág.374.- “…las leyes son en definitiva creaciones de la mente humana (aunque no carezcan por supuesto de fundamento in re), mientras que las cosas reales estaban ya mucho antes de que el hombre se pusiera a descubrir leyes…”.

Recuerdo otra vez lo que decía aquel sargento a sus reclutas explicándoles la ley de la gravedad. Decía: Las cosas se caen al suelo por la ley de la gravedad del señor Newton. Y si no hubiera ley de la gravedad se caerían por su propio peso. Así, todos los seres vivos han intentado e intentan que sus especies supervivan, antes de que los hombres hubieran descubierto la ley que lo ordena.

En la pág. 379: “...la única referencia absoluta es lo que designamos con el concepto abierto de verdad. Una de las pocas cosas sabidas con seguridad acerca de ella es que siempre está un poco más cerca de la realidad que del concepto”.

Y para final: En la práctica lo que he hecho es declarar sinónimos ”causa” y “principio de determinación” . Ahora bien, este último concepto es extraordinariamente amplio, pero está bastante bien definido: es todo aquello por lo que cualquier ente real existe mejor que no existe y es de un determinado modo mejor que de otro”.

Marbella, 17.7.2018. Las 17,53. Revisado el 10.8.18

Después de escribir casi todo lo anterior he sabido que existe un número monográfico de la revista “Naturaleza y libertad” dedicado a comentar Los sótanos…. He leído lo que ha escrito en él, al principio y al final, el profesor Arana. No parece que afecta a esta nota. Ni que esta nota afecte a lo que él dice. Vale. A las 12,27 del 19.7.2018.


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