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Ana Campos. Las Edades de Sapiens

  • Foto del escritor: José Corral
    José Corral
  • 26 jul 2018
  • 18 Min. de lectura

Actualizado: 31 ene 2019



Son las 18,38 del 26.7.2018. Festividad de San Joaquín y Santa Ana. En Marbella. Hace unos minutos he terminado “Al otro lado del Arco Iris” en un ejemplar que me regaló y dedicó la autora en junio de este año.

No he hablado nunca con Ana. Hemos intercambiado dos o tres breves correos. La escuché el 24.5.2018, en su presentación de “Las edades de Sapiens”, recién editado por Sicomoro. No la pude saludar, pero leí el libro con las gafas de mis ideas, vi que teníamos muchas cosas en común y me propuse comentarlo en cuanto pudiera.

El 31.5 le envié mi “Supervivir amando” y el 15 de junio recibí su “Al otro lado del Arco Iris” que guardé para el verano y que he leído ahora en tres días. Es una maravilla. Es posible que, como dice en la página 149: “este libro no contiene nada que no haya sido ya dicho”. Pero contiene actualizado y muy bien resumido todo lo que hay que saber sobre la física de lo grande y lo pequeño, sobre la vida en general y la del hombre en particular. Y sobre el espíritu, tanto natural como trascendente. Y no solamente es bueno por lo que dice sino por la emoción con que ha sido escrito y que se siente al leerlo. No sé explicar estas cosas. Está en Amazon y mejor leerlo. Por mi parte lo emplearé como regalo para mis amigos. No lo comento con detalle porque mis ideas están mucho más explícitas en “Las edades de Sapiens” que es el objeto de esta nota.

Las edades de Sapiens.

Este bien editado libro de 285 páginas es interesante todo él de principio a fin. Leído y subrayado con las gafas de mis ideas, tengo anotadas 85 páginas como especialmente importantes para releer y comentar. Intentaré seleccionar y procurar decir lo que no haya dicho ya antes pero seguramente repetiré casi todo. Ruego al posible lector que tenga esto en cuenta y también que esta nota no es un comentario al libro de Ana. Es una nota interesada, escrita arrimando el ascua a mi sardina. Con esta visión y tratando de no sacar de contexto las citas, voy a seleccionar y resumir lo que me parezca más interesante para mis ideas.

Págs. 15-16-17. Empieza el Prefacio en la 15. Dice:

El libro que tienes entre tus manos es un libro de viajes. Concretamente narra el apasionante viaje que la humanidad emprendió hace dos millones y medio de años, en el que tú y yo somos compañeros junto al resto de seres humanos.

Y luego en la 16: …nos encontramos ante una situación disruptiva producto de un cambio de rumbo en nuestro viaje común. Y se pregunta: ¿Qué somos? Y se responde: sabemos que somos seres vivos.

Y en la 17: Pero hay cosas fundamentales que desconocemos: no sabemos por qué somos, ni para qué somos. Ni donde estábamos antes de nacer, ni a donde iremos después de morir...

Me ha parecido conveniente copiar todo esto porque refleja algo que va a estar en todo el libro y que está en todos los libros que tratan de estas cuestiones. Es la dualidad de sujetos. En el primer párrafo y en el segundo el sujeto es el Hombre, la especie: el Sapiens que tiene varias edades y que le da nombre al libro. En el primero como humanidad y en el segundo como seres vivos. En el tercer párrafo el sujeto, los sujetos que nacen y mueren, son personas individuales: sapiens con minúscula.

Creo que Ana ve preferentemente a Sapiens, a la especie, como sujeto. Pero hasta ahora, este es el mayor problema que me he encontrado para que se vean mis ideas: ver a la humanidad, a la especie, como sujeto. Sujeto del viaje y de la historia. Sujeto pasivo y sujeto activo. Sujeto actuante y sujeto resultante. Permanentemente. Desde su inicio hasta ahora.

Como he repetido en casi todos mis escritos, tanto los filósofos (Aristóteles, Kant, …) como los biólogos, incluidos Darwin y E.O. Wilson que se autoproclama sociobiólogo, trabajan con organismos individuales. Y cuando, expreso o implícito, se utiliza el concepto de especie se hace sin distinguir entre Hombre y hombre. Otras veces se usa como el sitio donde está o al que pertenece el individuo. Y cuando se usa como sujeto se hace como sujeto resultante o paciente. No como actuante con objetivos, leyes y normas propios.

Mi idea es que las especies tienen objetivos, leyes y normas propios. Desde su origen y heredados y adquiridos. Y actualizados permanentemente según el resto de las leyes de la evolución. Lo que pasa es que estos fines, leyes y normas están escritos en el lenguaje interno universal de todos los seres vivos y en los “dialectos” desarrollados por cada especie. No en los babélicos y recientes idiomas inventados por los hombres.

Esta información interna, específica y actualizada de cada especie, es la que tienen en cada momento sus individuos, con el imperativo de que intenten transmitirla, iterativamente, incluidas sus variaciones grupales e individuales. Y la misma información les dice cómo deben intentarlo dentro del grado de libertad de cada uno. Tengan o no éxito. Esta es mi idea básica.

Con ésta y alguna otra idea previa, sigo leyendo el libro. Que, como he dicho al principio es estupendo. Lo que pasa es que Ana, como todo el resto de sapiens y menos sabios, no conoce mis ideas básicas. Y los que las conocen no las ven o no se atreven a pronunciarse sobre ellas. Y tal vez tengan razón y el errado sea yo. Qui vibra verra. Sigo:

En la página 29, dice: “…un organismo vivo es aquel con capacidad para almacenar y transmitir información, para intercambiar energía con el medio, para crecer y reproducirse, y para responder ante estímulos”.

Creo que le quedaría más completo si añadiera que, además de la capacidad, tiene el deber imperativo de transmitir la información vital que posee. Si no tuviera ese deber no intentaría hacerlo prioritariamente como hacen todos. Lo de intercambiar energía, crecer, reproducirse y responder ante estímulos, son los medios para el objetivo de transmitir la información vital que tiene almacenada. Es otra forma de ver mi idea básica.

En la página 30 habla de los sistemas complejos adaptativos. Y pone como ejemplos las moléculas, las células, los organismos cada vez más complejos: un árbol, un delfín, un ser humano. Organismos que a su vez forman colectivos como las hormigas, las colmenas o las sociedades humanas. No nombra a la humanidad como gran sociedad humana, como sistema complejo adaptativo. De las sociedades humanas pasa a Gaia como colectividad global de colectividades. Pero creo que lo da por supuesto.

La humanidad es también una colectividad de colectividades. Cuyos individuos, como he dicho, tienen una información común almacenada y un comportamiento básico común. Aunque no haya todavía un gobierno mundial. El constructo o sistema Sapiens existe desde su nacimiento. Con su ley básica inicial y sus reglamentos comunes y grupales subsiguientes.

Recordar la definición de Dobzhansky en Evolución, citada en Supervivir Amando pág.39: el género humano es un sistema evolutivo supraindividual, … una población mendeliana …o un conjunto de poblaciones mendelianas subordinadas entre sí.

En la página 35 creo que, claramente, considera sujeto a nuestra especie. Dice: La historia de Sapiens la ha escrito Sapiens con sus hechos. Es evidente que han existido circunstancias externas que han sido a esa historia lo que el viento y las olas a los veleros. Pero en todo momento ha habido alguien al timón, y este alguien no ha sido otro que el propio Sapiens.

El propio Sapiens está representado en cada momento de su historia por todos los sapiens existentes en ese momento. Y son cada colectivo de sapiens, con sus capitanes y marineros distintos en cada ocasión, y si se quiere en cada embarcación, los que han llevado y llevan a la flota de la especie, cada vez más numerosa, por el mar de la historia. Todos con la misma meta pero compitiendo y muchas veces peleando por ver quien viaja más cómodo y más rico, aunque sea a costa de los demás. O precisamente a costa de los demás. Porque el mandato de intentar llegar a puerto lo tienen todos a la vez. Quien diera la orden parece el presidente o el director comercial de algún banco que he conocido, poniendo objetivos a las oficinas de un mismo mercado. O a los leones, lobos u hormigas de un mismo territorio común. El problema es que el territorio común, o el mar común donde navegan ahora enormes, abarrotados e insaciables barcos, es la Tierra. Que era grande, pero se nos queda cada vez más pequeña.

En las páginas 37 a 40 trata de la evolución de las estructuras mentales por niveles. En el primero, o Infrarrojo- arcaico, dice:

Desde este nivel el individuo tiene una noción vaga e imprecisa de un yo diferenciado del resto, compartiendo con el resto de los animales el sentido natural de identidad que le proporciona el instinto innato. La noción del tiempo, más allá del presente, es difusa o directamente inexistente: la compleja lucha por la supervivencia en el ahora ocupa sus recursos.

La escala tiene seis niveles más y en ella se va analizando la evolución mental de Sapiens. De la especie Hombre. La cuestión del sentido de identidad del hombre es interesantísima y enorme. En alguna otra parte he dicho que es el pecado original. Y ameritaría otro libro para “verla” y escribirla con las gafas de mis ideas. Solamente dos apuntes para ampliar otro día:

1º. Estos niveles son distintos en el tiempo para distintos grupos o colectivos humanos. Todavía hoy existirán unas pocas tribus primitivas que estarán en este o parecido nivel. En el libro El alma primitiva, de 1927, Levi-Bruhl analiza numerosos relatos de exploradores y misioneros del XIX y principios del XX, sobre tribus entonces existentes en las que el sujeto es la tribu o familia. Lo individual no existe. Y la estructura y comportamientos tribales se parecen muchísimo a las que han descubierto los etólogos en los grupos de primates.

Y sin embargo es correcto lo que dice Ana y sus fuentes. Es la especie, Sapiens, la que está y ha estado en todos esos niveles y quien los ha producido. Y posiblemente está bien así, porque eso le ha permitido su adaptación a distintos entornos, o modificarlos. Igual que en un ejército hay diferentes niveles de equipamiento, formación, normas, … Y es el ejército como conjunto el actuante y la resultante. Como las especies.

Creo que la cuestión es diáfana. Y creo que lo más importante es tener claro que al principio de todo estuvo, y sigue estando, el objetivo de todos los individuos, quienes, en su programación genética común como miembros de una misma especie, tienen el mandato imperativo vital de que su especie superviva. A través de sus objetivos parciales y sucesivos de vivir, procrear y cuidar a su progenie. Con las estrategias que cada especie ha seleccionado y que transmite a sus individuos. Para intentar adaptarse a su entorno según su historia y su capacidad de previsión del futuro en cada momento.

El problema de este modelo es la falta de creatividad. El individuo no se atreve a inventar. Ni se le ocurre. No es libre. Ni se le ocurre. Empiezan a crear, a inventar, a ser como dioses, cuando se ven a si mismos como diferentes, cuando descubren su yo autobiográfico. Y sapiens se hace egoísta. Pero puede haber, y hay, egoístas buenos y egoístas malos. Egoístas listos y egoístas tontos. Y así pasamos a la segunda idea.

2º.- La segunda idea se refiere a la aparente oposición entre egoísmo y altruismo, entre el beneficio del individuo y el del grupo. Básicamente es todo lo mismo. Voy a centrarme en los mamíferos sociales que son los más complejos y mejor conocidos. Lo cuento en mi lenguaje sin cuidar los detalles que podrían ocultar la idea principal. El objetivo de individuos, grupos y especie sobre la estrategia a seguir es también el mismo, aunque ellos no lo sepan. Como en el ejército cada uno tiene sus objetivos parciales para el objetivo común. Lo digo en tres fases:

De lo que sabemos por su comportamiento observable desde que empiezan a vivir, y salvo errores de copiado y excepciones explicables, todos los seres vivos:

a).- Tienen implícito el mandato de vivir, la orden de intentar seguir viviendo. Con distintos grados de capacidad y de libertad para poder y querer cumplir esta orden según las especies y las circunstancias de cada ser vivo en cada momento de su vida.

b).- Y también por observación sabemos que todos, salvo errores y excepciones explicables, intentan reproducirse. Pero no vale con solamente reproducirse de cualquier forma.

c).- El mandato de la reproducción lleva consigo el intentar que sus progenies vivan y se reproduzcan a su vez, que sean los mejores y que tengan el mejor entorno para hacerlo.

La causa u objetivo final de este proceso es la pervivencia iterativa y sucesiva de la progenie. Parece que con el objetivo de que la vida perviva en alguna de sus formas. Pero a efectos de cada individuo u organismo individual, el objetivo final es el objetivo o nivel c). Pero para ello tiene que cumplir el b) y para este tiene que conseguir el a). Al menos hasta que cumpla el b), como es muy notorio en los salmones y las moscas efímeras.

Para intentar conseguir estos objetivos muchos mamíferos y otras especies, han adoptado la estrategia de vivir en sociedad. La Sapiens también. Y la especie “sabe” que la convivencia altruista grupal es el método más eficaz y eficiente para que sus individuos traten de conseguir los tres objetivos, que llevan a la supervivencia de la propia Sapiens. Pero los individuos tienen el objetivo final “despiezado” en las tres fases. Las dudas y aparentes contradicciones surgen cuando el individuo de la edad arcaica se da cuenta de él es algo diferente que el grupo. Y de que tiene libertad para intentar hacer cosas distintas de las que le marcan las normas del rol grupal que tiene en cada momento. Ese ver la posibilidad de hacer cosas distintas, y la creciente libertad de conciencia para hacerlo, nos ha traído hasta aquí recorriendo los cinco primeros niveles y parte de sexto. Con los crecimientos de los yos sobre los nosotros. Pero dentro de un orden. En alguna parte he leído que la moral y los comportamientos no se pueden alejar mucho de los mandatos implícitos, o ley natural de cada especie, porque, de hacerlo, quienes lo hagan o la propia especie perecería. Tal vez sea ya nuestro riesgo.

Creo que mas adelante podré ampliar estas ideas.

En las páginas 59 a 66 trata de “Nuestros adorables primos” y de los trabajos de Frans de Waal, un muy interesante etólogo a quien cité en Supervivir. Ideas para una ética universal, luego le envié un ejemplar de Survival and altruism pero no me acusó recibo. Tal vez no lo recibió o no le gustaron mis ideas. Ideas que podrían ampliar y fundamentar las suyas. Espero que algún día me diga algo.

Entre otras cosas, dice Ana en la página 61: El famoso científico ha llegado a confesar que los chimpancés le hicieron mejorar la visión del ser humano, pues le llevaron a otorgar a la moral un papel principal en las relaciones sociales de los animales, humanos incluidos. Y luego sigue: La moral se sustenta sobre dos grandes pilares: la empatía y el sentido de reciprocidad.

Ana cita a otros primatólogos. Como sabemos, el altruismo en el comportamiento animal y humano está de moda, pero se sigue tratando parcialmente. Y también que estos altruismos parciales: instintivos, recíprocos,… se fundamentan en causas parciales con lo que todo es un lío. En mi opinión, el comportamiento vital de los seres vivos solo se entiende a partir del objetivo básico de supervivencia. Y en el caso de los individuos de las especies sociales, alguna forma de altruismo grupal es imprescindible para su supervivencia. Las que no lo han adoptado en la forma oportuna según sus circunstancias, se han extinguido. Y las más altruistas son las dominantes. Y eso, las especies “listas” como las hormigas, las abejas,… y Sapiens, lo saben. Las menos listas lo practican parcialmente y en grupos reducidos. Y tienen más riesgo de extinción y viven peor.

Sobre esto ya he escrito mucho. Ver en el blog el comentario a Cosmosapiens de John Hands. Pero tal vez es importante insistir en que las dos ideas van juntas y son complementarias. El objetivo es que la especie superviva y el medio es el altruismo amplio. Y viceversa. El altruismo no funciona si no es para que el grupo, la especie, sobreviva. Además de que beneficia normalmente, aunque no siempre, al individuo. Si no se ve esto claro las dos cuestiones están llenas de dudas y contradicciones. No se entienden ni funcionan por separado. Tengo que ampliar la difusión de esta idea. Pero la idea es clara: se trata de supervivir amando. Los hombres y los animales. Y conviviendo “altruistamente” unos con otros. Recuerdo que amor no significa blandura, ni que no haya guerras, ni muertes,… Ver la respuesta de Krishna a Arjuna en el Bhagavad Gita. O la de Jesús, cuyo mandato básico es el amor pero que “exige” que seamos egoístas-listos y si hace falta reprende. E incluso azota. Y se deja matar.

En las págs. 67 a 78 trata de “Triunfando ante la adversidad” y cuenta las adaptaciones morfológicas que nos separan de los otros primates cercanos y los cambios del cerebro y de la colaboración grupal. En la página 77 recoge que durante muchos años la comunidad científica ha tenido la idea de que nuestros antepasados consiguieron salir adelante por medio de una lucha despiadada por la supervivencia apalancada en el egoísmo individual. Dice que esta imagen está siendo cuestionada al incorporar el compromiso emocional e incluso el altruismo como piezas esenciales para entender la supervivencia de los grupos humanos del paleolítico. Y sigue citando a Frans de Waal quien propone dejar atrás el paradigma de que somos egoístas por naturaleza y comenzar a admitir que la empatía y la solidaridad son parte de nuestro comportamiento básico.

Siendo Waal de los más avanzados, se queda corto y sigue siendo reduccionista utilizando valores parciales – empatía, solidaridad- como causa del comportamiento altruista. Y todos siguen contraponiendo egoísmo y altruismo. Los hombres somos egoístas y altruistas a la vez. Y está bien que así sea. Porque, como he dicho en todos mis escritos, el altruismo amplio siempre es retribuido. Y tienen mayor retribución los altruistas-egoístas listos. Los tontos no. Amplío un poco la idea que daría, dará, para varios libros y alguna película.

Los hombres necesitan practicar algún tipo de altruismo (instintivo, recíproco, oneroso, gratuito,…) para supervivir en sociedad que es el sitio donde nacen, crecen, viven y se reproducen iterativamente. Y necesitan a la vez, ser egoístas para alimentarse, protegerse,... Para vivir y participar en la supervivencia de su especie que es su imperativo vital.

El problema es que esta elemental igualdad no está aún explicitada. Porque, como he dicho antes, el altruismo no está motivado por la solidaridad, ni otras virtudes. Está motivado por lo mismo que el egoísmo. Por el imperativo vital de supervivencia. La historia del hombre es la del equilibrio entre estas dos necesidades vitales. Que son la misma para los listos. Son esos altruistas-egoístas listos los que han ido creando y manteniendo cohesionados grupos cada vez más grandes, desde los mínimos originales: madre, hijo, a las grandes naciones de hoy.

Ya lo he dicho en más sitios. No hay que asimilar altruista con tonto, blando, pobre… El perfecto altruista debe primero amarse a sí mismo. E intentar ser listo, eficaz, eficiente, poderoso, previsor,… Siendo, naturalmente, honrado y utilizando todos sus recursos: él mismo como primer bien a dar a otros. Y dedicar sus bienes materiales y espirituales para el objetivo básico de que la humanidad no se extinga. Y, para ello, que sus individuos-personas, actuales y futuros, tengan el mayor bienestar posible. Porque ya decía Darwin que las tribus felices sobreviven mejor. Y además los altruistas-egoístas listos son felices en esta vida. Y en la Otra si existe.

A desarrollar y comentar más ampliamente si alguien tiene dudas. Es la cuestión principal para la aplicación de las ideas básicas. Y para que nuestro desnortado Sapiens se entere de por donde han ido y por donde van las cosas. Y de lo que está haciendo y lo que debe hacer.

Ver el reciente libro del neurólogo Donald Pfaff sobre el cerebro altruista. Y el Apéndice de mi página Web en su apartado para uso individual.

En la página 129, bajo el título “Síntomas de agotamiento” hace un excelente resumen de lo mucho conseguido por Sapiens hasta ahora y sobre la situación actual. Y en la 136 dice que el sistema actual muestra severos síntomas de agotamiento: populismos, nacionalismos, guerras, explosión demográfica, hambres, casi mil millones de personas en insoportables condiciones de vida. Y termina: “Lo que debemos poner en revisión…es el fundamento del sistema, esas verdades que creemos ciertas y que, quizás, han dejado de serlo”.

Es claro que el sistema está fundado sobre medias verdades, parciales y grupales. Pero estas medias verdades parciales han sido interpretaciones intuitivas y contingentes del fundamento implícito. Hechas por los “listos” de cada grupo en cada momento. Pero la “verdad básica implícita”, bien traducida, debe ser el fundamento explícito para el Sapiens global. Para que la humanidad como sistema, como grupo, asuma el imperativo vital de intentar sobrevivir con el altruismo amplio como medio. Ver aplicaciones en S.A. Págs. 73-111

En la página 154, dentro de la… “disrupción digital” dice, al pasar, varias cosas importantes:

Es muy posible que exista una ética natural que sea “universal” pero hoy por hoy no podemos asegurarlo y desde luego, de haberla, no creo que haya nadie que sea quien para decidir por todos cuáles son sus límites. Resumo como ideas a desarrollar:

A estas alturas es claro que para mí existe una ética natural universal. Aclarando que lo que existe es un principio ético universal: Es bueno lo que sea bueno para la supervivencia de la especie. Es el principio que ha existido y existe desde el inicio, operativo pero implícito. El que Sapiens ha intentado e intenta cumplir. Sin saberlo, como el burgués gentilhombre hablaba en prosa. Y es el que nos ha traído hasta aquí.

La aplicación histórica de este principio implícito ha ido creando éticas y normas de comportamiento personales y grupales, que están implícitas en las conciencias de los individuos de las distintas culturas. Estas son el tipo de éticas y normas contingentes que, en cada momento y circunstancia, Sapiens a través de los hombres y grupos que lo forman, puede y debe seguir decidiendo para intentar conseguir su supervivencia y bienestar. Pero, ahora, sabiendo explícitamente cuál es su objetivo: pervivir (ética teleológica y utilitarista) y el medio para intentarlo: el altruismo amplio (ética deontológica).

Como he dicho ya en otras partes, la idea de que exista este principio ético universal natural posiblemente no les guste a algunos creyentes porque parece que quita trabajo directo a un Legislador externo. Ni a los no creyentes porque si existe un mandato previo y externo al Hombre parece que tendría que existir un Mandante previo y externo.

Y tampoco les gustará a algunos de los actuales creadores y dictadores de éticas y normas porque les quita discrecionalidad. “Lo bueno” ya no es lo que digan las urnas ni lo que mande el dictador o los poderes fácticos. Los hombres de a pie también sabrán “de que va” esto del vivir. Y aunque los usos, leyes y normas que les dicten o sugieran sean parciales y grupales, todos podrán opinar sobre si son o no buenas para Sapiens. Y si tratan de que todos los sapiens formen parte de una “tribu feliz” con el altruismo amplio como medio. Altruismo que incluye todas las virtudes necesarias para convivir eficaz y eficientemente: honradez, libertad, solidaridad, laboriosidad, justicia, paz, bonhomía...

Es posible que este nuevo principio expreso tampoco guste a muchos hombres (y mujeres) de a pie porque les dice que lo primero que tienen no son derechos sino obligaciones. Tienen la obligación de hacer todo lo que sea bueno para sus prójimos actuales y futuros. Bueno para su bienestar y su supervivencia. Los egoístas- altruistas listos ya lo hacen porque saben que eso les hace felices. Pero los menos listos no.

Las págs. 165 a 191 contienen el capítulo de “El presente, visto en perspectiva” en el que hace un lúcido, crítico y ameno análisis de la historia de Sapiens. Al inicio dice: …existe un consenso generalizado sobre el hecho de que nos aproximamos a un punto de inflexión en la historia, que marcará el comienzo de una nueva época para la humanidad. Y luego analiza los principales modelos de civilización: el paleolítico, el neolítico, el productor racional y la civilización en la aldea global hoy. Interesantísimo. Copio las frases que más se refieren a mis ideas

Pág. 168: “Sapiens es la única especie de Homo que logró superar con éxito las dificultades del pleistoceno, periodos glaciales incluidos”.

Más adelante: “Deberíamos ser capaces de utilizar la misma inteligencia que nos ha traído hasta aquí para estar preparados frente a los futuros cambios naturales que nos depare el destino. Para conseguir adaptarnos a las nuevas situaciones con el mínimo sufrimiento posible. Sin embargo, hasta la fecha lo único que hemos venido haciendo es contribuir a empeorar la situación…” Y luego: “Lo inteligente es aprender a vivir en comunión con el delicado a la par que colosal ciclo natural del que formamos parte, tratando de anticipar los futuros cambios para aprender a adaptarnos a ellos con el mínimo sufrimiento.”

Trata luego de supervivencia y altruismo en las pequeñas comunidades del paleolítico cuya propiedad emergente principal es la certeza colectiva, interiorizada y compartida por todos sus miembros, de que la supervivencia requiere la cohesión y la cooperación absoluta. Unida a la capacidad para aceptar que haya quien pueda tener ideas, pensamientos y emociones que sean diferentes a las suyas. Para aceptar la libertad creativa.

Parece que este modelo, vivido e interiorizado durante miles de años, es que la especie adoptó y mantiene como estrategia vital. El problema es que Sapiens, a pesar de ser sapiens, aún no “sabe” explícitamente el para qué de estas normas implícitas. Y da más importancia a las formas que al objetivo de supervivir colectivamente que es para lo que se adquirieron y “fijaron” estas propiedades emergentes. Creo que los eruditos e interesantes análisis de Ana en estas páginas se entienden mucho mejor si se tiene en cuenta esta ignorancia humana sobre el fin de todos sus esfuerzos y del modo en que estamos programados para intentar conseguirlo.

En la página 193 empieza la parte dedicada al futuro y dice que: “…Arrancamos el siglo XXI con una situación extraordinariamente difícil, que muchos contemplan sin ocultar su profunda preocupación. Cita el cambio climático, las míseras condiciones que se viven en amplias zonas del planeta, la explosión demográfica. Y la poca sensibilidad hacia este problema.

Luego, por el lado de las luces habla de “brotes de empatía y altruismo” y de un modelo de civilización, instituido alrededor de la democracia. Y de la revolución de la computación y con ella la irrupción de los robots.

En este punto he recordado a José María Fuster, presidente de Sicomoro, quien hablando el 25.1.17, en la Real Academia de Ciencias, sobre la Quinta dimensión digital, ponía el énfasis en la necesidad de una ética global, ahora inexistente, para afrontar la Edad Digital en la que ya estamos. La ética global que demanda el presidente de Sicomoro ya existe, aunque no ha sido aún explicitada. Es la ética de siempre, la del paleolítico aplicada al mundo global. Aplicada a toda la humanidad, no uniformemente como aldea global, sino como lo que es: una comunidad de 7.500 millones, compuesta de muchas comunidades de distintos tamaños y culturas que deben tener la certeza, ahora exteriorizada y compartida, de que la supervivencia es su objetivo y que ese objetivo “requiere la cohesión y la cooperación absoluta”.

Si el Hombre se convierte en Sapiens, en hombres que saben, creo que, por propio interés individual y grupal, serán altruistas-egoístas listos y dirigirán sus muchas capacidades a hacer caso al imperativo vital que llevan dentro. Y que ahora ya tienen explícito.

Ana sigue analizando y desmenuzando las enormes cuestiones planteadas. Yo termino aquí con una cita de la página 262. Dice: “Existe un acuerdo generalizado acerca de la raíz sobre la que se construye el ser, que no es otra que la lucha por la supervivencia. La vida pugna por salir adelante, esa es su auténtica seña de identidad, su característica más esencial”. Y luego:

“…nos encontramos en una carrera contra reloj que no nos permite sentarnos cómodamente a esperar tiempos mejores. Debemos comenzar a actuar, y debemos hacerlo ya”.

Y termina en la página 267: Nos mueve la fuerza más poderosa del universo, que brota de nosotros mismos: el amor. La receta es clara: Supervivir amando. ¡Al avío!

Marbella, las 21,04 del 7.8.2018. Revisado el 10.8.18


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