Eudald Carbonell. Elogio del futuro
- José Corral
- 22 jul 2018
- 13 Min. de lectura

Son las 7,38 de la mañana del 22.7.2018, en Marbella. Me he despertado temprano, a las 4,30 y he terminado hace quince minutos el Elogio del futuro. Manifiesto por una conciencia crítica de especie. Es un ejemplar en formato pequeño, de 123 páginas, editado en febrero de este año por Arpa y Alfil, que encontré casualmente anteayer en la recién inaugurada feria del libro de verano de Marbella.
Hace tiempo que puse a Eudald Carbonell en la lista de personas a quienes decir mis ideas. Tengo en Madrid alguno de sus libros técnicos. Pero, admirando su trabajo y sus muchos saberes, no recuerdo haber leído cosas relacionadas directamente con mis ideas. Por eso lo había “aparcado” aunque me traje su ficha de internet por si me decidía a enviarle mi librito, o la página Web, este verano.
Después de leer su Manifiesto voy a intentar que conozca mis ideas y me encantaría hablar con él largo y tendido. Espero poder hacerlo antes de cumplir yo los ochenta. Él es doce años más joven que yo y supongo que está muy ocupado. Pero creo que mis ideas le interesarán si, como parece, siente de verdad lo que dice en su libro.
Como es mi costumbre he leído su “Elogio del futuro” con las gafas de mis ideas y el lápiz en la mano. Y he anotado 50 páginas a releer y comentar. No sé si comentarlas ahora o dejarlas para más adelante. Porque hay muchísimo que decir y comentar. El libro se acerca mucho a mis ideas en sus objetivos. Como ya he escrito hace poco, no recuerdo donde, creo que mis ideas son, o serán ya pronto, memes o lugares comunes. Y es lógico que así sea porque son obvias y están dentro de cada hombre (y mujer).
Volviendo al libro, me ha causado una extraña sensación. Digo lo anterior porque el libro tiene unas excelentes ideas acertadas de científico y de hombre bueno, aunque están revueltas con cuestiones políticas que hacen al libro algo desordenado para los poco atentos.
Pero teniendo cuidado de separar ciencia de política, me he sentido feliz leyendo las ideas e intuiciones del profesor Carbonell. Que se parecen a las mías. Si bien él no ha visto mi idea básica, nota su falta y la ha buscado. Creo que ha llegado a la idea de supervivencia de nuestra especie por su obviedad y por la responsabilidad en su versión comunista- humanista- internacional. O viceversa, ha sido su comunismo-humanismo-universal el que le ha hecho ver a la especie, no a los grupos parciales, como sujeto necesario para hacer la revolución y llegar al mundo ideal sin clases.
Teniendo presentes mis ideas básicas, voy a copiar y comentar algunas de sus frases, procurando no sacarlas de contexto:
Pág. 11.- Si no sabemos qué queremos ser como especie en el futuro el pasado ya no puede ayudarnos.
Arranca bien porque considera a la especie como sujeto capaz de saber, de tener futuro como tal y de necesitar ayuda para saber qué hacer. Es decir, hace lo que casi ningún científico hace: poner a la especie como sujeto activo en lugar de considerarla como resultado pasivo y azaroso de lo que hagan sus individuos. Parece lo mismo pero esta diferencia es fundamental.
Este concepto de las especies como sujetos activos y pasivos es el que más me han objetado los científicos. Me han dicho que es un constructo, palabreja popularizada, mal, por Harari. Y acepto que es un “constructo”, pero construido por su propia información o programación genética y mantenido por su propio imperativo vital de supervivencia. Imperativo de pervivir como cada una pueda dentro de su “naturaleza” y su entorno.
Pág. 12. Dice: Los hechos indican que en buena parte ya somos responsables de lo que nos sucede como especie. Y alude al avance de la tecnología, al cambio climático, la desigualdad entre los seres humanos y la capacidad de destrucción. Parece que le mueve, no el imperativo vital, sino el sentido de la responsabilidad. Pero acierta al asumir esa responsabilidad. Que parece llamar “conciencia crítica de especie”.
Pág.15. Ha llegado el gran momento: el Homo sapiens ya puede ser el protagonista de su propia historia y no es posible eludir esta responsabilidad de especie madura y consciente.
La frase es una maravilla y me ha hecho feliz recordando mi descubrimiento de Hans Jonas. Tengo que preguntarle si lo conoce. Seguro que sí. Pero no sé si el profesor Carbonell se da cuenta de que el Homo sapiens ya ha sido y es el protagonista de su historia. Lo que pasa es que no lo ha sabido, ni lo sabe. Considera protagonistas a sus individuos y grupos. Y por tanto no es todavía una especie madura ni es consciente de que tiene esa responsabilidad de vivir para serlo.
Por ello, creo que lo primero que el Hombre, todos los hombres, tiene que saber es que es una especie. Que cada hombre es hombre antes que otra cosa. Que antes, y además, de ser chino, americano, catalán o francés, es hombre. Y que, como tal, su objetivo primero y prioritario es que su especie sobreviva: para ser protagonista de una historia que no sabemos bien “de qué va”. Pero que, para saberlo y escribirla, tenemos que supervivir. O al menos intentarlo.
Pág. 16. Dice: Lo primero que tenemos que resolver es determinar qué queremos ser como humanos, para poder proceder así a su construcción.
Esta frase, también preciosa, tiene mucha miga: Tiene razón con la pregunta. Que luego puntualiza al referirla a nuestras relaciones con el medio natural y otras muchas facetas de nuestra historia y nuestro futuro. Pero eso no es lo primero. Lo primero es ser antes de ser como. Y otra cosa es que nosotros podamos determinar, ahora y de una sola vez para siempre, qué queramos ser. Creo que lo primero es resolver qué debemos hacer ahora para seguir siendo. Y así poder “ir determinando” lo que vamos queriendo ser.
Creo que el profesor Carbonell quiere decir lo mismo que yo. Pero se salta un nivel. Y como todos los filósofos y científicos hasta hace muy poco, trabaja con la idea de que siempre existen y existirán hombres a construir. Aunque creo que ha escrito el libro porque se da cuenta de la gravedad y la urgencia de hacer algo distinto ante el peligro de que estemos yendo por una senda peligrosa para la propia existencia del Hombre.
Entiendo que sus ideas y sus intenciones, excelentes ambas, quedarían más claras si tratara más separados y ordenados sus objetivos, que creo son los mismos que los míos: 1º: Que la especie superviva, como tal o desdoblada. 2º: Que todos sus individuos/personas, actuales y futuros, vivan bien y lo mejor posible. 3º: Para lo anterior hay que intentar conseguir objetivos parciales en los distintos entornos y culturas: paz, bienestar, libertad, solidaridad,… 4º. Y para eso hay que hacer cosas: políticas, científicas, filosóficas, económicas, técnicas, sociales, ... Cosas globales y adaptadas a los diferentes grupos, culturas, momentos y circunstancias.
Pág. 19. Habla de la crisis de los misiles en Cuba, y dice que la humanidad tomó conciencia de la capacidad de la propia humanidad para destruir el planeta.
Es una reflexión muy importante, porque hasta muy recientemente los hombres no teníamos esa sensación de riesgo. Temor que ha propiciado que aumente el concepto de pertenencia a una humanidad globalizada e interrelacionada. Esta idea de formar parte de una misma humanidad fraterna se está expandiendo aceleradamente y “demanda” unas éticas y políticas adaptadas a este concepto. Que como digo en mis libros y escritos, y creo opina igualmente el profesor Carbonell, no tienen que ser uniformes y homogéneas para todo el mundo. Los hombres hemos sido y somos grupales y convivimos y trabajamos mejor integrados grupalmente. Creo que, por ello, y ante una visón uniformadora de aldea global, han surgido reacciones de colectivos que prefieren vivir en grupos más pequeños y singulares: el Brexit, Cataluña, los varios populismos y nacionalismos europeos y americanos (los USA de Trump…). Lo que estaría bien siempre que estos grupos tengan visión global y su “distintez separada” fuese mejor para ellos y para sus prójimos. Pero este es un problema contingente en la aplicación del principio ético universal. (Ver las Aplicaciones de mi “Supervivir amando” y en concreto el punto 14 en la página 107 sobre “Los nacionalismos y otras singularidades”)
En uno de sus libros, que comento en los míos, Edgar Morin dice que aún estamos en la Edad de Hierro de la Humanidad. Y él cuenta desde el descubrimiento de América. Pero tiene razón el profesor Carbonell en lo del miedo y eso puede acelerar el proceso de “humanización” de los hombres. Y favorecer la asunción de nuestras ideas. Amén.
Nota. Es disculpable a D. Eudald, por su catalán materno, la “onceava” vs. undécima tesis sobre Feuerbach. Algunos castellanohablantes escriben décimo primera que es peor. Yo también cometo errores en mis escritos. Y agradezco que me los digan porque supone que me han leído y con una cierta atención. Vale.
Pág. 20. Habla del concepto de umbral y dice: La idea de umbral es crucial. Y añade: Ahora la humanidad se encuentra precisamente en un umbral de cambio de fase. (Dice el DRAE: Umbral: Parte inicial o primera de un proceso o actividad).
Esta idea es también muy importante y creo que cierta. Y el profesor Carbonell la relaciona principalmente con la población, su número y su bienestar. Y aunque cita los 10.000 millones como el tope a llegar “naturalmente” según dicen algunos expertos, dice en la página 26: …los crecimientos exponenciales suelen regularse de manera que acaban en la extinción o en la desaparición de los que fueron los más adaptados.
Para mí, cualquier política global sobre qué mundo y qué humanidad queremos, debe pasar por un análisis previo de la población, su distribución, características, etc… Para que, sin traumas ni violencias físicas o morales y respetando la libertad personal, se pueda regular, global y localmente, la población humana, su bienestar, migraciones,... Optimizando en lo que se pueda la capacidad de supervivencia y el bienestar individual y grupal. La aplicación es posible con los actuales medios técnicos y de comunicación. (Ver la página 91 de “Supervivir amando” sobre: La población. Número y calidad de vida)
En la página 27 empieza el capítulo titulado “El futuro existe”. Todo él es muy importante porque habla de los objetivos o principios. Enumera ocho. El primero de los cuales, en la página 29:
1.-La supervivencia y la reproducción de la especie es necesaria para poder construir nuevos proyectos de humanidad.
Acierta en la primera parte de la frase, pero como otros humanistas, los Papas incluidos, se ve en la necesidad de recurrir a un objetivo secundario (en este caso: poder construir nuevos proyectos de humanidad) para justificar el objetivo principal: La supervivencia de la especie. No hace falta como luego dice él mismo. La supervivencia se justifica sola. Es un mandato natural y además es el objetivo principal y prioritario. Y más para los ateos o agnósticos que no contemplan otros posibles fines trascendentes.
En cualquier caso, el profesor Carbonell tiene implícita la supervivencia como primera prioridad. Lo que también es habitual. Pero este no ver y asumir explícitamente la prioridad del imperativo de supervivir es vital para el nuevo umbral de la humanidad y para programar, desde él, el futuro. Si no se hace así, o se retrasa, el problema se agravará. Confío en el hombre y en su conciencia, aunque ésta sea grupal. Pero hay riesgos graves y mucho sufrimiento por cada día de retraso. Por eso agradezco al profesor Carbonell su esfuerzo y su llamada a la acción urgente.
Página 32. Muy interesante la posibilidad de tres especies de Hombre distintas: la homo sapiens actual, la “surgida de profundas modificaciones biológicas y genéticas”, y otra de Cyborgs.
Estas son cuestiones muy de moda. Pero son fáciles de entender y juzgar. Nuestro deber actual es que perviva la primera: nuestra Homo sapiens actual. Que según dicen los sabios no cambiará naturalmente a otra especie mientras sea capaz de adaptarse al medio, o cambiarlo. En mis escritos anteriores y en respuesta a algunas dudas que me plantearon, creo posible una especiación “natural” alopátrica si un grupo de seres humanos viven en otros planetas, o en plataformas espaciales. Y se van adaptando a hábitats diferentes, poco a poco o ayudados por ingenierías genéticas, epigenéticas, culturales,…
Lo de los Ciborg se me hace más raro. Pero podría ser, si es necesario o conveniente. ¡¡Qui vibra verra!! Pero para ver hay que vivir. Hay que supervivir. Y vivir es convivir que decía Ortega. Y para convivir hay que contar con los otros, con el alter, hay que ser altruistas.
Pág. 42. Trata de la competencia entre humanos. Y dice: Ya no tenemos por qué competir para garantizar nuestra supervivencia. Al contrario, el principio de competitividad solo puede llevarnos a nuestra propia destrucción.
De acuerdo en que la competitividad entendida como lucha es mala. Mi segunda idea es que el mejor método para intentar el objetivo de supervivir con bienestar es el altruismo amplio y la colaboración. Pero creo que es buena la leal competencia que impulse la mejora individual y la mejor adecuación de las tareas. No veo que exista ni deba existir la lucha de clases. Ni creo que ahora existan las clases en el sentido de propietarios de los medios de producción vs. asalariados. Los mayores propietarios y patronos hoy son los Estados, capitalistas y comunistas. Y sus bienes y actividades son gestionados por funcionarios asalariados. Las empresas capitalistas son propiedad de muchos pequeños accionistas y están dirigidas igualmente por asalariados. Como las empresas de los países comunistas. De cualquier forma, habría que revisar cada caso con los criterios del nuevo principio ético universal, a la vez teleológico y deontológico. El comunismo, como el capitalismo, tiene muchas facetas materiales y espirituales y puede ser aplicado de muy distintas maneras según los casos.
Pág. 57. Trata de que sin una teoría de base y unos objetivos concretos el pragmatismo nos servirá sólo de forma coyuntural. Y enuncia algunos valores como la empatía, la solidaridad, la sociabilidad… Pero creo que se da cuenta de que estos valores son insuficientes y pueden ser, también, entendidos y aplicados de muy diversas formas.
Por mi parte tengo claro que la asunción de la idea básica y el altruismo amplio son la mejor opción. Aunque tarde algún tiempo en ser plenamente operativa. Pero ya hay muchas actividades y personas, individuales y colectivas, que actúan según el principio ético universal aun sin estar explícito. El problema es el no-altruismo, o egoísmo malo, entre grupos y colectivos. Que se resolverá cuando haya una conciencia de toda la humanidad como grupo, compuesta de grupos que conviven solidariamente.
En la pág.64 trata de la relación con la naturaleza y el entorno. Y dice: En lugar de ser recordado como la era de las grandes destrucciones y cambios en el planeta, el Antropoceno debería pasar a la historia como el periodo de nuestra reconciliación con la naturaleza, como expresión consciente de la evolución orgánica.
Completamente de acuerdo. En Supervivir amando hablo de una ecología humana (ver pág. 96). Que debe estar encuadrada en el resto de posibles aplicaciones de la idea básica. Sobre todo, de las políticas de población, económicas y sociales. Contando, como bien dice el profesor Carbonell con la aceleración histórica de las capacidades tecnológicas y científicas.
En la página 66 empieza el capítulo titulado: “La obligación de sobrevivir” donde da varias razones para justificar esta obligación. Razones que no creo le acepten los científicos como prueba de esa obligación, pero que en cualquier caso refuerzan mi idea básica que creo más “científica”. El profesor Carbonell, en lo que entiendo, cita para justificar la obligación de supervivir varias razones:
“La aventura de la vida nos permite conocernos como humanos y reconocernos como tales en el medio natural y en el medio histórico. …nuestro compromiso de especie se establece sobre los principios que nos han llevado hasta aquí…”
Parece que se basa en la necesidad de que este proceso humanizador continúe.
“…somos la única especie que ha sobrevivido a la selección natural… Estamos solos. …debemos entender la especie en su dimensión cósmica (Me recuerda a Teilhard).
En la pág. 68 ve a la religión como una postura defensiva frente a la racionalidad humana. Y añade que lo que hay simplemente es evolución.
Otra explicación poética en la misma página: “Todo se reduce a sobrevivir, un mensaje del espacio que el tiempo ha enviado a través de la organización de la materia y la energía, y que nos da otra posibilidad explicativa”.
Y en la 69: “Sobrevivir es la cuestión seminal y el objetivo estratégico de todo organismo y por tanto también de la especie”.
No tiene ningún reparo ni reticencia al unir e igualar el objetivo de los organismos con el de su especie. Lo tiene clarísimo, como yo, como es y debe ser: El objetivo de cualquier jugador del Barcelona, como tal, es ganar el partido: es el mismo que el del equipo”. Con independencia de que cada jugador, como individuo/persona, pueda tener, como objetivos propios, el ser muy rico y unirse con alguna señora estupenda. El reduccionismo de ver a las personas solamente como individuos individuales, libres e independientes de todo lo demás, natural o trascendente, ha sido la primera o una de las principales causas de insolidaridad. Y de no ver mis ideas. Es la que más me han objetado.
Y luego en la misma página: La lucha por la supervivencia se encuentra antes en nuestros genes que en los comportamientos sociales. No sé si se refiere a la supervivencia individual o a la de la especie o la de ambos. Pero está bien. Y luego remacha: Perpetuar la especie es, para nuestra conciencia compleja, además de una ley natural, una obligación. Perfecto.
Y en la página 70 dice:
Por tanto, sobrevivir es lo más importante para poder desarrollar la conciencia de especie y poder valorar con el tiempo este experimento de la evolución cósmica que somos los humanos en el planeta. Sin pensar en el futuro sería imposible establecer la serie de procedimientos que tenemos que llevar a cabo en el presente. Y sigue: Entre estos procedimientos se encuentran el control del crecimiento de la población humana y la ampliación de nuestro hábitat.
Dice luego que: Reproducirnos como ratas o conejos tenía un sentido de supervivencia en una época de demografías escasas, pero ya no lo tiene. En cuanto al espacio y la energía parece creer que son condicionantes que se pueden gestionar.
En las páginas 73 a 77 trata de “El beneficio social” y dice entre otras cosas:
“Centenares de años de evolución nos han permitido valorar la importancia de lo social en nuestra construcción como especie. De ahí que, haciendo un salto en la historia, lleguemos a considerar que la socialización de los medios de producción puede llevarnos a un gran salto evolutivo”.
Acierta en el primer párrafo puesto que nuestra especie es social por naturaleza y necesidad. Y la segunda parte del párrafo es operativa.
En las páginas 78 a 82 trata de “La colectividad de individuos” y habla de sus ideas políticas. Y entre otras cosas dice:
“Sobre la base de un progreso consciente, los seres humanos debemos renunciar a la explotación de nuestros congéneres, porque no puede concebirse construcción social solidaria de futuro sin que una gran parte de la especie no participe de ella y de sus beneficios”
La frase mezcla varios y muy diversos conceptos y objetivos, pero creo que se puede traducir en que el mejor método para supervivir es conviviendo con un bienestar compartido. Como he dicho en mis escritos, aunque puede haber otros métodos más eficaces, este parece ser, a la vez, el más eficaz y el más eficiente.
De la página 83 al final se ocupa de aspectos muy interesantes pero operativos. Como resumen copio la última frase:
“Conocer y pensar es un esfuerzo que debemos hacer entre todos, entre todos los que queramos de verdad ser humanos.” Excelente recomendación. ¡A la feina!
Marbella, las 20,11 del 23.7.2018. Revisado el 10.8.18
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